Elizabeth se sentó en su cama y lloró desconsoladamente, se sintió humillada, ultrajada, violentada y sobre todo utilizada para satisfacer sus deseos.
Ella gritó con todas sus fuerzas: - ¿Por qué lo hiciste?
Los hermosos meses llenos de amor, se disiparon en esos momentos, se duchó y se quedó a dormir en el sillón, su consuelo fueron las estrellas que se reflejaban a través de la ventana. Pasaron las horas y el dolor que sentía en su corazón no desapareció al igual que las lágrimas que salieron durante toda la madrugada.
Juan Pablo por otro lado sufría por la traición que aseguraba y sintió que las horas pasaban como una eternidad. Deseaba ir corriendo y pedirle perdón, pero lo pensaba y se maldecía por ser un estúpido.
A la mañana siguiente, Elizabeth le solicitó a Susan que se quedara con ella y que no la dejara sola.
- Eli ¿Qué está pasando?
- No pasa nada solo que deseo que estés aqui, no quiero pelear con Juan Pablo, dijo Elizabeth tratando de tranquilizarla.
Elizabeth no querí