Andrew
Cerré la puerta fuertemente mientras tenía a mi hermana tomada de la mano con suma fuerza. Estaba furioso, no entendía por qué mi padre había logrado convencerme de esa estúpida idea, sabia claramente que era un buen futuro para mí y que debía saber más sobre el trabajo que me iba a mantener el resto de mi vida, pero era imposible con aquellas oposiciones y condiciones que mi padre me ponía. Lo que realmente me había cabreado y me había hecho salir de mis casillas, era esa chica. ¿Cómo podía ser tan superficial? Odiaba a la gente así y realmente no la soportaba, se notaba que se creía la reina del mundo. Por eso, exactamente por eso era que yo no tenía novias, odiaba toda clase de estupideces sobre todo lo que al amor se refiere, odiaba los chocolates, las flores, las miradas de estúpidos que ponían los tíos cuando estaban en frente de las chica que les gusta, odiaba a cada chica que se me acercaba con intensión de enamorarme, ya estaba bastante mayor como para comportarme con un crio de quince años, este año terminaría mi último semestre de finanzas en la universidad y ya podía dirigir la nueva empresa. Porque sería yo el que tomaría ese puesto. Tampoco digo que mi hermana y la otra chica ¿Cómo era que se llamaba? ¿Alyssa? Bueno, me refiero a que dado mi experiencia y estudios yo llevaría la delantera en las prácticas, por lo tanto el Rol de director ya estaba esperándome.
Porque si, para eso eran las prácticas, mi padre me había propuesto acceder a ser el presidente de la empresa, eso quería decir que iba a ser el que iba a tener mayor poder en ella, obviamente no me la habia dejado tan facil, pues tendria que competir por ese puesto con mi hermana y...<< la otra>> mientras mi hermana manejaría la mercancía y la otra chica superficial que había conocido hace apenas unos instantes se encargaría de manejar el dinero, (Ese era mi plan) mi padre y su socio habían creado las prácticas para que nos preparásemos para manejar la empresa, esta se empezara a construir el próximo mes en New York y apenas mi hermana y la cría del socio de mi padre terminasen el instituto, claro. Luego de todo eso seguramente nos tendríamos que mudar a New York y empezar a poner en función el futuro imperio.
Hablando de Alyssa Beckham, inconscientemente mis ojos se había dirigido a su cuerpo ya que era obvio el por qué lo hacía, yo era hombre y ella una mujer y no podía mentir, era hermosa. Sin embargo, sabía que no pasaba de los diecisiete. Podía diferenciar cierta inocencia en sus ojos, apenas habló y apenas escuché su voz supe la clase de persona que era, a lo largo de mi vida había logrado toparme con personas de esa clase, mi familia tenía mucho dinero y yo era bastante reconocido ya que era yo quien heredaría toda la fortuna, y gracias a eso había conocido a personas realmente arrogantes, tener bastante dinero y prácticamente haber nacido en una cuna de oro, para ser más exactos, jamás me faltó nada. Y volviendo al tema, las personas que había conocido creían que por tener dinero son mucho mejor personas que otras, y eso era lo que me había molestado de ella.
Su forma de mirar la oficina y la manera en la que había tratado a Bethany simplemente me había hecho estallar, no podía negar que era bonita, pero todo esa belleza era destruida por su actitud, por la forma demasiado refinada en la que se dirigía, y por la estúpida manera en la que creía que el mundo giraba a su alrededor.
— ¡¿Podrías soltarme de una jodida vez?! —Gritó Bethany sacándome de mis pensamientos. La miré incrédulo y de mala manera solté mi agarre y la arrinconé a una esquina del pasillo.
—No quiero que te acerques a ella. —Dije amenazante.
— ¿Por qué? —Dijo con incredulidad—Parece buena persona, es linda y parece agradable.
—Joder. —Dije frustrado. —Deja de pensar tonterías, eres mi hermana y te quiero. Pero no voy a permitir que te metas con ella, sabes que odia a las persona como ella y estoy seguro de que se aprovechara de ti en cuando tenga la oportunidad, no es una chica agradable, es una chica interesada. —Terminé y pude ver como abría levemente la boca para responderme pero escuchamos una voz bastante conocida.
Escuchamos los pasos aproximándose, mi padre y Hudson Beckham se dirigían hasta nosotros mirándonos extrañados al ver que estábamos escondidos.
— ¿Dónde está mi hija? —Preguntó Hudson.
Estaba a punto de contestarle pero una voz respondió por mí.
—Estaba en el tocador. —Dijo Alyssa al instante en el que la vi aproximarse y ponerse al lado de su padre. —Me ha agradado mucho la oficina. Trabajaremos de maravilla. —Dijo mirándome con suma seriedad, solté una sonrisa mientras apretaba mi mandíbula, ¿Cómo m****a podía ser tan descarada al decir tal cosa?
—Bueno, no deberéis despedirse del todo, recuerden que viven justo al lado de nuestra casa. —Comentó mi padre mientras soltaba una sonrisa. — ¿Qué tal si van hoy en la noche a cenar? Mi esposa estará encantada de conocerlos.
— ¿Esto es una maldita broma? —Dije casi al instante llevándome consigo la mirada de cada una de las personas de las que se encontraban allí. El humor de perros que tenía se me notaba y mi padre lo había notado, su mirada fue dura y pude notar en sus ojos que rogaba porque yo dejase esa actitud frente al socio y su familia.
Todos se habían quedado callados en aquel instante, observé por última vez a la causante de mi repentino mal humor y pude ver como intentaba apartarse de mí. Le di una última mirada de desaprobación y sin más me alejé de ellos. Conforme me dirigía a la salida, comencé a pensar en las miles de maneras en las que podía desalojar toda la ira que estaba sintiendo, me sentía realmente extraño y sin ninguna razón, quería tomar a alguien a golpes, embriagarme o simplemente follar con alguna chica hasta saciarme. Cuando el ascensor se abrió indicándome que había llegado a la primera planta, Salí sin siquiera despedirme de la recepcionista y demás empleados de mi padre, y no es porque fuese mal educado ni mucho menos porque me creyese superior a los demás, pero estaba que me llevaba el diablo y hoy no era el día de desquitarme con personas que no tenían nada que ver con mis repentinos cambios de humor.
Al estar completamente fuera de la empresa me dirigí hasta el estacionamiento, y entre los pocos autos los cuales eran los únicos a los que se les permitían estacionar allí, divise mi Maserati color azul, sin previo aviso, me subí, y sabía perfectamente a qué lugar dirigirme en esa clase de momentos cuando solía tener esta clase de humor, subí la velocidad bastante, importándome una m****a lo que dijesen los oficiales de policía, mi auto era descapotable y lo agradecí internamente ya que el viento impactaba con todos los poros de mi rostro haciendo relajarme un poco. Luego de una media hora, por fin había llegado a mi destino, deje mi auto estacionado en un lugar seguro ya que a donde me dirigía no era para nada buena la seguridad.
Luego de asegurarme de que mi auto estuviese estacionado, me adentre al bar, aunque aquel lugar no quedaba en unos de los mejores lugares de california si debía aceptar que venir a este lugar había hecho de que se convirtiese en uno de mis lugares favoritos, es más, ya me conocían y las veces en las que había venido me habían tratado bastante bien. Me acerqué a la barra y pedí un vodka ya que era mi trago favorito, unos ojos cafés y cabellos castaños se reflejaron en mi cabeza de repente, volví a visualizar a aquella chica parada frente a mí, con su vestido que se adueñaba perfectamente a su cuerpo, con ojos cafés y cabello castaño, su aire de superioridad. Verla había causado un sentimiento extraño sobre mí y en realidad creo que eso era lo que me tenía de mal humor, un sentimiento extraño se apoderó de mí y quise sacarlo en el instante en el cual sus ojos se habían conectado con los míos desde la primera vez que nos vimos, y ahora para mi suerte, tendría que volverla a ver en la cena de esta noche, y para encimarle más a mi mala suerte, ahora resultaba que vivíamos uno junto al otro. Decidí sacarla de mis pensamientos antes de que mi enojo empeorara y decidí comprar la botella completa de vodka. El tiempo se me había ido volando hasta el punto en el cual ya sentía que mi cabeza comenzaba a dar vueltas, sentía mis ojos desorbitados. Me dirigí rápidamente hasta el baño del lugar y aunque intenté vomitar, no lo hice. Al salir de nuevo, sentí como alguien me tomaba de la mano y me atraía hacia la misma. Mis ojos se encontraron con la chica con la que hace alrededor de unos veinte minutos había estado hablando en la barra, tenía entendido que era una prostituta y estaba dispuesta a hacerme un servicio.
—Estas drogado. —Afirmó ella, mientras me daba un leve beso en mis labios. —Eres tan atractivo que hasta pensaría que no deberías perder el tiempo estando en un lugar como este. —Me arrinconó hacia la pared y no puse resistencia ya que me sentía bastante indispuesto. —Te deseo tanto. —Dijo mientras desabotonaba los botones de mi pantalón. —Que estoy dispuesta a dejar que tengamos sexo sin necesidad de que me pagues. —Una carcajada salió de mis labios.
— ¿Entonces que estamos esperando? —Dije, ella mostró una sonrisa pícara en sus labios mientras me dirigía a una de las habitaciones que habían en el lugar.
Como era de esperarse, me quedé dormido sin siquiera tocar a la mujer. Al despertarme completamente desconcertado, divisé a la prostituta sentada a un lado mientras me observaba con una brillante sonrisa en los labios, observé con detenimiento el cuarto, y al parecer, ahí era donde ella dormía y además donde llevaba a cabo su trabajo, aquel cuarto era de color rosa chillón y tenía varios posters de Marilyn Monroe pegados en la pared, a un lado tenía un tocador y varios tipos de maquillaje.
—No te preocupes—Dijo de pronto. —No soy una ladrona y tampoco he sacado dinero de tu billetera. —Instantáneamente mis ojos se dirigieron a mi pantalón . Ella soltó una carcajada. —Puedes revisar, si quieres. —Dijo distraídamente mientras se sentaba a retocarse el maquillaje.
-Lo lamento- Dije incorporándome y con la cabeza dando vueltas. -No te preocupes.- Ella me sonrió- Hace mucho un hombre no duerme a mi lado.Justo en aquel instante, me di cuenta de que ella no había sacado dinero de mi billetera, ni me había tocado ni yo a ella, me relajé un poco al saberlo pues no acostumbraba a estar en aquellas situaciones. Bueno, a nadie le gustaba pero solía ser bastante desconfiado. La prostituta parecía ser bastante experimentada y había detectado que, ella seguramente era mayor que yo, bastante diría yo. Podía ponerle unos diez o cinco años mucho mayor, sentía su mirada clavada en mi espalda mientras yo intentaba recuperarme de la somnolencia y proseguía a sacar las llaves del coche.
— ¿No eres de por aquí, verdad? —Volví a escuchar su voz, entonces voltee mi cabeza ligeramente y negué. —Como veo que eres de pocas palabras, por lo menos... ¿Me dirás tu nombre?
—Andrew...—Contesté serio. —Andrew Donovan. —Concluí. — ¿Y el tuyo? —Pregunté una vez que ya estuve completamente vestido.
—Samantha. —Dijo ella brindándome una sonrisa mientras se paraba de su asiento y camina hacia mí. —Si algún día necesitas de una amiga, ya sabes donde puedes encontrarme. Tengo que seguir trabajando, por favor cuando salgas deja la puerta cerrada. —Me dio una última mirada y luego salió de la habitación sin siquiera cobrarme por su servicio aunque nunca hubo ningún servicio.
Ella hablaba enserio cuando dijo que no me iba a cobrar, pero no podía ser tan desalmado como para desvalorar su trabajo, así que saqué mi billetera del bolsillo trasero de mi pantalón y deje un par de dólares encima de su tocador, sin más, decidí salir del lugar. Cuando estuve completamente afuera me di cuenta de que ya estaba anocheciendo y recordé la cena que tendríamos esta noche, aunque claramente no me interesaba asistir, tenía que hacerlo, tenía que comportarme como la persona adulta que era, no iba a dejar que la presencia de un cría me hiciese sentirme de otra forma, estaba claro que no lograba soportarla, pero de alguna manera tenía que hacer un esfuerzo para no salirme de mis casillas cada vez que estuviese frente a una persona como ella.
Mientras iba en mi maserati, me había puesto a pensar en las miles de cosas que tendría que hacer durante el año, contando que terminaría por fin el último semestre de la universidad, estaría en las prácticas y luego me mudaría a un departamento independiente. Esos eran los planes que tenía a lo largo de este año y si tenía suerte podría mudarme a finales de año a New York sin impedimentos. Luego de haber estado conduciendo por alrededor de media hora, por fin, logre divisar mi casa a lo lejos, pude ver que la luz del salón principal se encontraba encendida, y entonces me di cuenta de que había llegado demasiado tarde a la cena ya que probablemente ya estarían comiendo. Sin más, estacioné mi auto enfrente y subí los diez escalones hasta el porche, antes de meter la llave en la cerradura respiré hondo y proseguí a abrir, al hacerlos pude escuchar voces al fondo que donde era de suponerse, quedaba el salón, me apresuré a dirigirme a la habitación. Apenas entré todos se quedaron instantáneamente en silencio, segundos después escuché un carraspeo por parte de mi padre y luego vi a mi madre levantarse.
—Qué bueno que llegas, te estábamos esperando. —Sentí a mi madre observarme pero decidí ignorarla y me senté en el lugar que me correspondía y que además estaba reservado para mí.
—Buenas noches. —Dije dirigiéndome a los Beckham. Ellos me dieron un simple asentimiento de cabeza.
Luego de que me trajesen mi plato, todo el mundo había estado cenando en silencio, mi madre no me había despegado el ojo de encima, su mirada de culpabilidad me hacía querer vomitar, no tenía una buena relación con mi madre, y no era porque ella no me quisiese o algo similar, a lo largo del tiempo me había dado cuenta que su manera de criarnos había sido la más errónea, mi madre era una mujer ambiciosa y siempre había querido críanos bajo los mismos términos, había decidido dejar de hablarle desde hace aproximadamente unos seis meses cuando se había enterado de que me estaba drogando, habíamos tenido una dura discusión y desde entonces me había jurado a mí mismo no volver a hablar con ella. Desde entonces mi actitud amorosa hacia ella se había esfumado, y a pesar de que varias veces se había acercado a mí a pedirme perdón, yo, por supuesto, la había rechazado. No podemos olvidar que también la descubrí engañando a mi padre en mis putas narices.
Por otro lado, la relación con mi padre si era buena, gracias a él me había dado cuenta que habían cosas mucho más importantes que el dinero, además, siempre me había apoyado y él se había convertido en un modelo a seguir desde que comencé a ver la vida con otra perspectiva diferente, desde entonces había decidido ignorar a mi madre por completo, para así poder concentrarme en lo que mi padre podía ofrecerme, aunque éramos una familia unida a excepción de mi madre y yo, claro, éramos bastante comprensivos y sabíamos cómo brindar una buena imagen ante la sociedad.
—Y bien Alyssa, ¿Qué tal te va en las finanzas? —La voz de mi padre rompió todo el silencio que se había instalado en el salón.
Sin poderlo evitar solté unas cuantas carcajadas.
—Por favor papá, ella no podría ni hacer una operación matemática de dos cifras. —Tomé mi copa de vino y la dirigí a mi boca aun con la sonrisa burlesca saliendo de mis labios. La estaba subestimando y yo no tenía miedo de hacérselo saber.
Sus ojos se posaron rápidamente en los míos.
—Por favor, Andrew...—Dijo mi padre casi rogando para que yo me comportase de buena manera.
Hudson Beckham emitió un carraspeo, claramente se sentía incómodo al escuchar la manera en la que me había dirigido a su hija. Sin embargo, podía ver en sus ojos que no iba a ser capaz de hacer alguna objeción.
—No se preocupe John. —Dijo Hudson esta vez dirigiéndose a mi padre. —Su hijo esta equivocado. —Prosiguió y lo miré con incredulidad. —Alyssa ha ocupado el puesto número uno en las olimpiadas matemáticas cinco años seguidos, ¿No es así, hija? —La observé a ella con una sonrisa en mis labios, pensé que me fulminaría con la mirada pero ella me devolvió la misma sonrisa que por unos segundos, me pareció diabólica y vacilante.
Me escudriñó con la mirada, parecía estar a punto de darme un par de balazos a través de ella. Sus ojos cafés me miraron con tanta rabia y con tanta expectación y profundidad, pero por un momento, sentí alguna clase de electricidad. Aunque claramente estaba preparado para recibir una palabra feroz salida de sus labios, exactamente como había ocurrido esta mañana con nuestra primera impresión.
—Andrew está muy equivocado. —Escuché su suave voz hablar mientras todos decidimos escucharla atentamente. Acomodó los vegetales de su plato con el tenedor y volvió a observarme desafiante. —Mis calificaciones son excelentes en matemáticas, y no solo puedo hacer una división de dos cifras, es más...—Dijo haciendo una pausa mientras tomaba su tenedor y lo llevaba a su boca, todo sin despegar sus ojos de los míos. Miré inconscientemente sus labios moverse delicadamente mientras masticaba la comida, y aunque me pareció algo demasiado sensual de su parte, decidí guardar la compostura y volver a posar mis ojos en los suyos. — He hecho operaciones con más de diez cifras.
Alzó una ceja y pude ver en su actitud que se sentía victoriosa al haber presumido sus conocimientos en matemáticas; acepto que me hirvió la sangre, ¿Cómo podía caerme tan mal si tan solo la había conocido a penas hoy? Me dio un poco de coraje verle la sonrisa en su cara, y con eso no podía esperar más para decirle algo que realmente le doliera. Todos en la mesa tanto sus padres como los míos y Bethany, no habían dicho nada, todos en aquella mesa se habían dado cuenta que Alyssa Beckham y yo no habíamos podido congeniar en lo absoluto. Y ninguno de los dos había hecho algo para poder esconder nuestro descontento. Ella siguió probando su comida mientras yo la miraba con detenimiento, grabando cada una de sus facciones para guardarlas en mi memoria, y mientras la detallaba pensaba en buscar alguna palabra que en verdad fuese capaz de herirle ese ego tan grande que tenía.
Mi mirada comenzó a recorrerla empezando por su cabello, lo tenía un poco más debajo de sus hombros, sus cejas estaban bien delineadas y le hacían tener un toque atractivo, sus ojos eran grandes y de un café un poco oscuro, claramente no hacía nada para resaltarlos ya que la única clase de maquillaje que ponía divisar en sus ojos podría ser una máscara para pestañas, su nariz era recta hasta cuando llegaba a la punta ya que se podía ver algo puntiaguda, y sus labios estaban bajo un lápiz labial rojo que los hacia ver extremadamente provocativos, su cuello era largo y hacia resaltar mucho su cara. Por otra parte, sus pechos se podían ver a simple vista, bajo ese vestido rojo que traía puesto, que eran redondos, no eran abultados pero resaltaban mucho en ella. De ahí en adelante no pude seguir observándola ya que la mesa ocultaba su cintura para abajo. Sin embargo, observarla detenidamente hizo que encontrara las palabras perfectas para hacerla salir de sus casillas.
—Veo que eres una sabelotodo. —Dije y todo el mundo volvió a prestarme atención, más ella que supo que estas palabras le dolerían. —Las chicas inteligentes no siempre son tan bonitas. —Claramente, la estaba llamando fea.
Sus ojos volaron hasta los míos, sus pómulos se alzaron levemente y pude notar el tono rojo en sus mejillas. Realmente había hecho que su ego bajara.
—Tal vez los chicos como tú no están acostúmbrados a apreciar la verdadera belleza. —Dijo como si estuviese a punto de matarme con la mirada.
— ¿Los chicos como yo? —Fruncí el ceño, me estaba divirtiendo.
—Si como tú. —Contestó casi a punto de colapsar. —Solo ves el físico, eres la clase hombre que le gustan las prostitutas, no lo niegues. —Dijo y apenas escuché sus palabras mis mirada se tornó de divertida a una de asombro. —Me das asco. —Concluyó
¿Cómo m****a se había atrevido a hablarme de esa manera? Esta vez fui yo quien se puso rígido, escuché unos sonidos de asombro por parte de las personas que se encontraban en la mesa con nosotros, quise pararme del lugar y ponerla en su sitio o por lo menos enseñarle que nadie se atreve a tratarme de esa manera, por favor, estoy completamente seguro de que ella moriría por estar conmigo, simplemente no lo quiere aceptar, después de todo solo era una cría incompetente.
Nadie había dicho ninguna palabra hasta que su madre habló.
—Por favor hija. —Dijo Tricia Beckham. —No seas mal educada.
Y entonces se levantó de golpe de la mesa y se giró hacia su madre completamente enojada.
— ¡Estoy harta mamá! —Gritó mirándonos a todos. —No ha dejado de tratarme mal desde esta mañana, ¡Y ni siquiera me conoce! —Respondió furiosa. —Es un idiota. —Concluyó mientras tomaba una cartera y salía del salón. De pronto, todo el mundo se había quedado en silencio.
—Siento este incomodo momento. —Dijo su madre mientras bajaba la cabeza apenada —Ha estado algo atareada por el tema de la mudanza.
Luego de sus explosivas palabras, no había escuchado la puerta de la entrada abrirse por lo que supuse que ella no había salido de la casa. Sin embargo, sus palabras habían resonado en mi mente como si de ecos se tratase, aun no podía olvidar sus duras palabras impactar contra mis oídos, es más, tampoco había creído la forma en la cual me había hablado de la forma en la cual la había hecho, las mujeres en vez de tratarme mal, me adulaban, y esa chica no daba su brazo a torcer, no había caído en mis encantos, vale eso estaba claro. Y tampoco es que me importase mucho que yo le hubiese o no gustado, de todas formas la hubiese rechazado, de alguna manera sentía mi sangre hirviendo del coraje al recordar su mirada dura y sus palabras frías tratando de ofenderme.
Me había llamado imbécil, y yo estaba sentando en esta mesa sin ni siquiera ser capaz de ir y hacer que se disculpara conmigo por haberme tratado de la peor forma, ella había herido mi ego masculino y yo había herido el de ella, pero yo no podía permitir que me tratase de esa manera, ella lo merecía, yo no.
Sin más, me levanté de la mesa sin mirar a nadie y me dirigí fuera del salón, mi mirada repasó toda mi casa buscando el lugar en el que probablemente ella se encontraría. Me dirigí a la cocina y si, efectivamente allí se encontraba.
Mi mirada recorrió sus piernas hasta posarse en su trasero, se encontraba dándome la espalda mientras tomaba agua de la jarra que se encontraba en la nevera, al voltearse me observó y pude notar impresión en su rostro. Sin embargo, rodó los ojos, dejó la jarra de agua a un lado y se dirigió a la salida, pasó por mi lado y pude sentir su perfume invadiendo mis fosas nasales; si en la mañana estaba de mal humor, pues ahora estaba por entrar en cólera. Me giré rápidamente y antes de que se me escapase la tomé del brazo e hice que quedásemos frente a frente. Observé sus ojos con atención.—Suéltame. —Susurró con firmeza.
—Discúlpate. —Dije apretando mucho más su brazo.
—Si tú lo haces yo también lo haré. —Dijo e instantáneamente solté unas cuantas carcajadas.
—Ni de coña. —Respondí. Ella sonrió maliciosamente.
—idiota de m****a . —Dijo y sacudió fuertemente su brazo haciendo que la soltara.
Sin más, salió de la cocina, dejándome ahí, completamente descolocado y con todo por decir. Me serví un vaso de agua y me senté un momento para descifrar los últimos acontecimientos. Mi respiración era agitada y noté que tenía una erección. Sentía una mezcla de excitación y enojo que no podía comprender, me sentía como un enfermo. Luego del vaso de agua subí a la habitación y tomé un baño de agua fría para bajarme la calentura y relajar los músculos. Al salir me asomé a la ventana de la habitación y me di cuenta que la misma daba hacia la habitación de ella.
Para mi suerte no estaba allí, pero sentí una gran curiosidad de verla una vez más. Los pensamientos no cesaron hasta que me quedé dormido.*******
¿Como les esta pareciendo la historia?