Capítulo 3

Alyssa.

      Salí de la cocina echa bolita. ¿Quién se creía que era? Era cierto que muchas veces no solía agradarle a muchas personas, pero definitivamente, él sobrepasaba el nivel, con solo mirarle le veía algo chispeante en esos ojos, cada vez que lo hacía me ponía los pelos de punta, como si quisiese asesinarme. Sus burlas me tenían harta, le odiaba y sabía que aunque era muy pronto, no me iba a llevar nada bien con ese bastardo. Siento si soné algo dura con esa palabra, pero solía decirle bastardo o bastarda a cualquiera que me cayese mal. Intenté pasar desapercibida cuando debido a mis altos tacones rojos, se me dobló el tobillo, logré consolidar mi equilibrio y observé a todos los lados asegurándome de que nadie hubiese visto mi vergonzoso pie doblándose debido al alto tacón de mi zapato. Me puse rígida casi al instante, el calor subió a mis mejillas de la vergüenza, y eso que nadie me estaba observando.

     Aun así, la humillación o cualquier acto vergonzoso, me estuviesen viendo o no alguna persona, recaía en mi fuerte, odiaba quedar mal ante otras personas y, aun peor, si esa persona era yo misma.

    Retomé mi camino y volví a entrar al salón, los meseros que horas antes habían servido nuestra comida, ahora se encontraban levantando el resto de platos que se encontraban vacíos, mi plato aún estaba medio lleno, pero cuando vi como una de las empleadas se empeñaba en recogerlo, no decidí protestar. El apetito se había ido en cuestión de segundos, volví a sentarme en la mesa y mi ánimo subió un poco cuando pusieron sobre la mesa una copa de vino. Sin pensármelo dos veces, tomé la copa y la deposité en mi boca, el vino recorrió mi garganta y me hizo tranquilizarme un poco, me quedé observando un punto fijo sin prestar atención a las voces que se escuchaban muy lejos de mí, hasta que, sentí como mi madre me removía el brazo para que volviese a la cruda realidad.

     — ¿Estás de acuerdo? —Dijo brindándome una cruda y falsa sonrisa, como siempre que estábamos con gente de importancia.

    La observé unos segundos con los ojos abiertos de par en par, luego mi mirada se deslizó por todos los presentes en la mesa que esperaban expectantes por mi respuesta. Parpadeé dos veces y carraspeé intentando parecer relajada y dejar de tensionar mi cuerpo.

   — ¿Sobre qué? —Respondí segundos después completamente perdida.

   —Bethany te ha hecho una gran invitación, cariño. —Dijo mi madre, asesinándome con la mirada. —Quiere llevarte a una fiesta en la piscina mañana. —Aclaró intentando que yo no lo arruinase.

Fulminé a mi madre con la mirada, ¿Cómo m****a le hacía entender que yo no quería ir a ninguna estúpida fiesta? Bethany había sido bastante amable el día de hoy, pero era asfixiante, no quería reemplazar a mis amigas, yo quería estar en Boston con ellas, no aquí, donde nadie es capaz de entender lo duro que es para mí el tener que mudarme a un lugar en el cual no conozco a nadie.

    Un lugar en el cual, una chica no ha parado de ser amable conmigo, un lugar donde mis padres solo se interesan en sus propios asuntos, un lugar donde un imbécil no ha parado de ofenderme desde que comenzó el día, estaba harta de tener que soportar todo lo que me estaba ocurriendo, el dolor de cabeza había empeorado, y no era nada más ni nada menos que estrés. Eso era exactamente lo que tenía, sabía que haberme estado quejando todo el día no me había ayudado en lo absoluto, mucho menos cuando mi día había comenzado de la peor manera posible, solamente deseaba llegar a mi nueva habitación y acostarme a dormir por el resto de la noche, levantarme temprano e ir a correr para conocer la que sería mi nueva ciudad, luego llegar de nuevo a casa, ir a la inmensa piscina, broncearme para estar muchísimo más bella cuando entrase al instituto, y luego simplemente tomar una ducha de agua caliente, prender la lamparita de mi habitación y leer tranquilamente un buen libro.

    Pero no.

    Mañana tendría que ir a esa estúpida fiesta y no porque yo quisiese ir, mi madre ya me estaba cortando con la mirada y supe en ese instante, que negarme a la invitación, me traería unos grandes y serios problemas. Así que, respire hondo y brindé la sonrisa más falsa que pude haber hecho hasta el día de hoy y contesté;

    —Estaría encantada.

    Articulé mientras hacía de todo mi amague para no salirme de mis casillas. Bethany soltó un chillido de lo más irritante y se levantó de golpe de la mesa, completamente eufórica mientras me observaba con una enorme sonrisa mostrando sus blancos y hermosos dientes.

    —Prepararé todo para mañana, iré por ti al medio día. —Expresó emocionada.

    Le sonreí amablemente escondiendo mi irritación, después de eso, las cosas se pusieron más tranquilas, ya era bastante tarde y mis padres habían decidido que ya era hora de irnos, nos despedimos de los Donovan y salimos de la casa. En ese instante agradecí a que tan solo viviéramos en la casa del lado, porque estaba bastante cansada como para hacer un largo viaje, mi humor aún seguía decaído, por eso, cuando mi padre abrió la puerta de la entrada, tragué saliva y me deshice de mis zapatos tirándolos a un lado del salón principal, subí las escaleras rápidamente antes de que mis lágrimas comenzaran a deslizarse por mis mejillas.

    Justo cuando llegué hasta el frente de mi habitación, vi a Janne limpiando el polvo de una mesa que se encontraba al lado de mi dormitorio, ella notó mi presencia y noté como deslizaba su mirada a un lado de mi mejilla, entonces fui ahí donde noté, que las lágrimas ya estaban comenzando a salir. Limpié mi mejilla rápidamente y no me molesté en saludar a la empelada, simplemente abrí mi habitación y la cerré rápidamente mientras corría hasta mi cama, me arrodillé a un lado y recosté mi cabeza a una lado de mi acolchonado colchón, y comencé a sollozar, en ese momento solo deseaba estar en mi habitación en Boston, tomando un chocolate caliente con mi pijama de color rojo, mi favorita.

     Por qué si, amaba el color rojo. No sabía con exactitud el porqué de mi fascinación con ese color, simplemente sabía que la mayoría de mis zapatos eran de color rojo, mis pulseras y la mayoría de mis anillos, incluso mis vestidos, no puedo decir que todos pero si la mayoría. Es más, lo único que me había gustado de mudarme a california era que mi padre había pagado para que tapizaran las paredes de mi habitación con color rojo. Sollocé aún más fuerte y justo en ese preciso instante escuché la puerta abrirse.

    Me giré instantáneamente hacia la puerta. Janne, la mujer que se encontraba limpiando el polvo de la mesa de afuera, entró con una taza y no tardé mucho en saber que se trataba de chocolate caliente ¿Acaso había leído mi mente? Ella dejó la taza en mi escritorio y se dirigió hasta mí. Quise tapar mi rostro ya que estaba arrodillada y descalza y probablemente con el maquillaje destrozado de tanto llorar, debía de estar horrible, ella me sonrió y estiró ambas manos para ayudarme a levantar. La miré con desconfianza y opte por mí misma levantarme dejándola con las manos estiradas, pero a ella no pareció molestarle.

    —Te he traído chocolate caliente. —Mencionó con cautela.

    Observé de nuevo la taza y quise ir de inmediato a tomarla para así poder relajarme, pero me enojó el hecho de que Janne se hubiese quedado en mi habitación ya que ella sabía perfectamente que odiaba que los empleados estuviesen muy cerca de mí.

    —Gracias, Janne. —Dije evitando mirarla y con voz neutra. —Ya puedes retirarte.

    —Sé que estas triste, Alyssa. Puedes contarme si quieres. —Mis ojos la observaron descolocada

    ¿En realidad había dicho eso?

   —No tengo por qué contarte mis cosas. —Dije esta vez observándola. — Y me harías un favor si no me llamaras por mi nombre, tan solo eres una empleada.

    Le di la espalda sintiéndome por primera vez en mi vida, terrible de haberle hablado como lo había hecho, pero lo único que quería en aquel instante era estar sola, inundada en mi propia tristeza.

    —Lo sé, pero...

    — ¡Quiero que te retires, joder! —Grité. Luego de unos segundos, escuché la puerta cerrarse.

    Cerré mis ojos con fuerza, Janne tenía alrededor de unos cincuenta años, era delgada y de su cabello ya se notaban varios cabellos blancos, había trabajado para la familia desde que tenía memoria y siempre la había tratado ferozmente, y con esa palabra me refiero a que jamás había interactuado con ella. Desde niña, me había dicho a mí misma que una persona de mi estatus social jamás podría mezclarse con gente tan común como lo era Janne, sin embargo, ella siempre me había servido, cuando me enojaba con mis padres y no bajaba a cenar, era Janne quien subía la comida a mi habitación, y jamás le había agradecido por ello.

    Pero especialmente hoy, me había sentido realmente mal pero quería que entendiese de una buena vez que quería estar sola.

    Observé la puerta unos leves segundos y luego me giré para tomar la taza de chocolate y llevármela a los labios, el caliente de la bebida me quemó la garganta, de una manera bastante placentera diría yo, sí que lo necesitaba. Luego de dejar vacía la taza, decidí tomar una ducha para relajarme y ver el lado positivo de las cosas, sin embargo, estaba tan exhausta que apenas Salí de la ducha.

    Caí en un profundo sueño.

   ******

     Me observé por última vez en el espejo. El vestido de baño rojo que llevaba puesto me quedaba bastante bien, me sentía satisfecha conmigo misma e incluso me sentía sexy, mientras me miraba en el espejo me reí de mi misma al auto llamarme "Sexy" había logrado maquillarme escasamente, mi cabello se encontraba perfectamente peinado y con un poco de fijador, en realidad que me veía bastante bien, me giré y me pase por encima mi vestido de vuelo, acomodé mis pies en unos lindos zapatos de tacón bastante cómodos, aceptaba que me encontraba nerviosa, jamás había ido a una fiesta, y de solo el hecho de pensar en lo que me podría pasar en ese lugar me ponía los pelos de punta.

    Pero Bethany había mencionado el término de "Fiesta en la piscina" por lo que yo solo optaría por recostarme en una tumbona y tomar el sol mientras ella aprovechaba de la fiesta, claramente yo no pensaba quedarme mucho tiempo solo haría que ella quedase satisfecha con mi presencia y luego llamaría al chofer a que fuese por mí. Escuché voces en el pasillo, me observé en el espejo por última vez asegurándome de encontrarme perfectamente arreglada y entonces Salí de mi habitación, bajé lentamente las escaleras y fácilmente pude diferencia a Bethany hablando con mi madre en toda la entrada, una vez que estuve completamente en la primera planta, ambas me observaron.

    — ¡Te vez increíble! —Chilló Bethany mientras me sonreía.

    Me giré hacia mi madre mientras ella me estrechaba en un cálido abrazo.

    —Vuelvo en unas horas. —Dije por ultimo mientras depositaba un beso en su mejilla.

     Mi madre asintió con la cabeza y sin más, nos dirigimos hasta el auto de Bethany. Bajé con cuidado los escalones intentando parecer relajada y no demostrarle que en realidad estaba nerviosa a causa de que iría a mi primera fiesta, Bethany educadamente abrió la puerta del copiloto por mí y me invitó a sentarme, su auto era descapotable, puedo decir que bastante similar al mío pero de color azul, muy bonito, estaba sin un solo rayón y podía decirse que se notaba que había acabado de salir del lavadero de autos. Ella se subió a su asiento correspondiente y entonces encendió el auto, algo que me dio un poco de nostalgia al recordar que mi auto aún se encontraba en el taller y no podría ir a reclamarlo hasta pasado mañana.

     El silencio se hizo sumamente incomodo cuando el auto comenzó a andar, podía notar que ella quería decir algo y particularmente yo podría decir que me moría porque ella hablase y rompiese la tensión que se había instalado, pero dejaría que ella tomase la iniciativa. Pasaron alrededor de unos cinco minutos cuando escuché su voz.

     — ¿Estas nerviosa? —Preguntó y la miré casi al instante, estaba por responder que no, pero ella aclaró sus palabras. —Me refiero al instituto. —Abrí la boca ligeramente comprendiendo que no se estaba refiriendo a la fiesta, asentí con la cabeza volviendo mi vista hacia el frente. —No tienes por qué estarlo, todos son agradables, es más, estoy segura que apenas te vean entrar al instituto te comenzaran a llover tíos por todos lados intentando conquistarte. —Prosiguió soltando una risita.

    —No me interesan los chicos. —Dije sonriendo mientras disfrutaba lo bien que se sentía sentir el viento en mi cara y ver el bonito paisaje de California. —Creo que estoy tan preocupada de mi misma y de mi futuro que simplemente los chicos quedan a segundo plano. —Bethany me observó aprovechando que la señal de transito se encontraba en rojo.

    — ¿Por lo menos alguna vez has tenido ligues, verdad? —Preguntó mientras volvía a arrancar. Lo pensé dos veces antes de responder.

    —Si. —Mentí, observando a otro lado. —De vez en cuando hay que divertirse ¿No?

    —Estoy de acuerdo contigo. —Prosiguió. —Pero aun así, debes cuidarte, los chicos del instituto pueden ser muy insistentes, y no dejaran ir fácilmente a una chica como tú.

   Me quedé observándola sin saber que decir, ¿Acaso algo peor podría pasarme? Nada más me faltaba tener a un montón de tíos detrás de mí. Volví mí vista al frente sin poder articular alguna otra palabra, el auto iba bastante lento ya que había mucho tráfico, pero yo rogaba por retrasar el tiempo, no quería ir a la dichosa fiesta, pero tampoco podía retractarme. Bethany encendió la radio y eso hizo que me relajase aunque fuese tan solo un poco, mientras pensaba en mi dichoso primer día en el instituto, solo esperaba no toparme con persona desagradables.

    Entonces fue como si un bombillo se encendiese en mi cabeza, hablando de personas desagradables, me giré rápidamente hacia Bethany completamente descolocada y mirándola con mis ojos de par en par. Ella me observó algo asustada haciendo que frenara de golpe al despegar la vista de la carretera. Volvió a retomar el camino y esta vez más tranquila, decidí decirle lo que me había inquietado desde que nombré la palabra "Desagradable" en mi mente.

     —Y tu hermano...—Dije captando su atención. — ¿Él también irá al mismo instituto? —Pregunté con sigilo tratando de parecer indiferente.

    Bethany Soltó una sonora carcajada.

   —No te preocupes por Andrew. —Mencionó entrando a un vecindario bastante bonito. —Él ya no está en un instituto, este año termina la universidad. —Concluyó estacionando el auto.

    —Se ve más joven de lo que parece. —Mencioné bajito sin que ella me escuchase.

     Mi mente volvió a la realidad cuando estacionó el auto enfrente de una bonita casa y bastante grande, quede fascinada con aquella fachada, observé a mí alrededor y me di cuenta de que en realidad nos habíamos alejado bastante de nuestro vecindario. Bethany se bajó del auto y yo proseguí a hacer lo mismo, acomodé mi bonito vestido de vuelo mientras ambas subíamos los diez escalones de la fachada, porque si, había contado los escalones intentando manejar mis nervios que amenazaban con salir a flote. Observé a Bethany y ella me sonrió con demasiada confianza, golpeó la puerta y esperó unos segundos. En ese instante, me tomé la molestia de escudriñarla con la mirada. Bethany era bastante bonita, llevaba un corte de cabello lo mas de original, no era largo como la mayoría de las chicas lo solían llevar en california, era corto, demasiado corto, como el que se hacían los hombres a menudo, pero debido a su rostro ese corte pasaba a ser lo más de femenino. Era bastante delgada y su piel era blanca, demasiado, sin embargo, debo admitir que la envidiaba. Su rostro no tenía ni una sola gota de maquillaje, y tampoco es que lo necesitase, era tan natural que no le hacía falta arreglarse para verse bonita. Sus ojos también resaltaban, eran de un miel bastante claro, y podía decir que algunas facciones de su rostro se asemejaban a su hermano.

     Despegué la vista de Bethany cuando abrieron la puerta. Un chico sonrió apenas vio el rostro de mi acompañante, se lanzó a abrazarla ignorando por completo mi presencia.

     — ¡Oh, cariño pensé que no vendrías! —Expresó eufórico mientras le daba un beso en la mejilla. No faltó conocerlo mucho para saber que aquel chico era Gay. Y eso lo deduje por la manera en la que su cuerpo actuaba y, claramente por el contexto de su voz. —Andrew llegó hace media hora y preguntó por ti. —Mi cuerpo se tensó al escuchar su nombre, y creo que Bethany lo notó ya que volteó a mirarme casi al instante.

     —Quiero presentarte a Alyssa. —Dijo haciendo que el pelinegro me voltease a mirar. —Alyssa te quiero presentar a Rusty mi mejor amigo desde que tengo memoria.

    El chico me repasó con la mirada de pies a cabeza, sus ojos volvieron a posarse sobre los míos y me brindó una sonrisa que, al instante me proporcionó confianza. Estiró su mano hacia mí con completa decencia, no hace falta decir mucho para decir que aquel chico me agradó al instante.

    —Es nueva en la ciudad, la invité para que se sintiese más a gusto. —Bethany se encogió de hombros. —Espero que no te moleste. —Él la observó con reproche mientras pasaba un brazo alrededor de mi cuello.

    ¿Estas personas solían ser así de confiadas?

    —No me molesta. —Dijo mientras tomaba un mechón de mi cabello y lo miraba con suma atención. —Tienes un cabello hermoso, Alyssa. —Sus palabras me hicieron sonreír y lo observé algo divertida. —Tienes que decirme que productos usas para que lo tengas así.

    Sabía que no esperaría una respuesta de mi parte, simplemente enredó su brazo con el mío y los tres nos adentramos a su casa. Mis ojos brillaron al verla, todo ahí parecía relucir, era grande y bastante elegante, tenía un toque antiguo que hacía ver el lugar de lo más hogareño. Caminamos hacia una puerta transparente, mientras Rusty nos abría paso para seguir aproveché esos instantes para contemplar un poco más la enorme casa, eso hasta que Bethany movió mi brazo para que me adentrara, a lo que suponía, quedaba la piscina.

    Apenas lo hice, mis ojos se toparon con una enorme piscina rodeada por un bonito jardín y muchos, muchos vasos de color rojo. Habían personas por todos lados en vestidos de baño, unas se encontraban en las tumbonas, otras simplemente hablaban por alrededor de la piscina y otras simplemente disfrutaban del sol y de la piscina. La música resonaba por todo el lugar, algo que le daba un tono de lo más alegre, observé el lugar con detenimiento mientras notaba como algunas miradas curiosas recaían en mí, eso hasta que mis ojos se toparon con él.

    Sus ojos azul claro se toparon con los míos mientras se llevaba uno de esos vasos rojos a la boca, no despegó la mirada de mí ni por un segundo, pero con todo mi orgullo, decidí fulminarlo sutilmente con la mirada. No quería que Andrew Donovan se diese cuenta de que me afectaba su presencia, de que simplemente me fastidiaba y me pasaba una extraña corriente cada vez que lo veía a los ojos. Rusty me guío hacia una tumbona mientras me presentaba a lo que supongo, eran sus amigos, por suerte, no hubo ni una sola persona que fuese descortés conmigo. Sin poder evitarlo, mis ojos volvieron a dirigirse hacia Andrew, que ahora estaba acostado sobre una tumbona al otro lado de la piscina donde yo me encontraba, una chica rubia con grandes senos y un trasero enorme se sentó a su lado robándose toda su atención.

      —Iré por unas cervezas. —Mencionó Bethany haciendo que apartase la mirada. — ¿Quieres que te traiga una? —Me preguntó. Estaba a punto de negar con la cabeza y decirle que no me apetecía, pero alguien más respondió por mí.

    — ¡Pero claro que quiere una! —Rusty manoteó como si fuese lo más obvio, ignorando por completo mi cara de incomodidad. Bethany me echó un vistazo y yo me encogí de hombros mientras ella segundos después, se daba la vuelta y desparecía entre las personas. — ¿Trajiste vestido de baño, verdad? —Preguntó Rusty esta vez, dirigiéndose a mí. Asentí con la cabeza. — ¿Y que estas esperando para presumirlo? —Preguntó.

   — ¿Aa- Aquí? —Mencioné observando mi entorno.

    No es que tuviese alguna inseguridad, mi cuerpo era bonito, desde niña mi madre me había ayudado a seguir dietas y a hacer mucho ejercicio, por lo que, usar un vestido de baño no era ningún problema para mí. Sin embargo, aceptaba que me daba algo de pánico mostrar parte de mi cuerpo con gente desconocida.

    — ¿Algún problema? —Dijo Rusty observándome confundido. —Es normal en una fiesta como esta, no tienes de que preocuparte, cariño.

    Me sonrió con seguridad, algo que hizo que mi ánimo subiese un poco. Instantáneamente mis ojos por casualidad volvieron hacia Andrew y, para mi sorpresa, él ya me estaba mirando, me sostuvo la mirada unos segundos para luego posarla en los grandes senos de la rubia que se encontraba a su lado. Pude notar como él le decía algo en su oído e instantáneamente la rubia volteó su cabeza y me observó, primero me miró a los ojos y luego bajó la vista a mi cuerpo, volvió la vista hacia él y ambos soltaron unas cuantas carcajadas, claramente se estaban burlando de mí.

     El coraje subió a mis mejillas y sonreí con insuficiencia. Bethany apareció en mi campo de visión mientras estiraba un vaso rojo repleto de cerveza. Sin pensármelo dos veces y como si mi cuerpo lo necesitara, tomé el vaso y lo llevé a mi boca dejándolo vacía en tan solo unos pocos segundos. Me levanté de la tumbona ignorando a todas las personas que había girado sus cabezas para observarme. Tomé la parte baja de mi vestido y la fui subiendo lentamente por alrededor de mi torso dejando a la vista parte de mi vestido de baño, eso hasta que pase completamente el vestido por mi cabeza. Tiré mi vestido en la tumbona de la manera más sexy que pude hacerlo, me sentí realmente gloriosa cuando escuché algunos cumplidos y silbidos por parte de los chicos.

       Andrew me observó a los ojos, sin ninguna expresión en su rostro, bajó lentamente su mirada hasta posarla en mis pechos mientras bajaba por mi torso y termina en mis piernas, sabía que intentaba intimidarme, pero claramente no iba a permitírselo. La rubia notó que Andrew no despegaba su vista de mí y ella me miró casi ofendida, volví a obsérvalo a él mientras tomaba una liga que siempre tenía en mi mano derecha e hice un peinado mal hecho en mi cabeza mientras me recostaba en la tumbona y sacaba mis bonitos lentes de sol para disfrutar del delicioso clima.

    Y, a decir verdad, lo estaba disfrutando, Rusty no había parado de hablarme sobre un chico que le gustaba mientras yo intentaba darle algún consejo para que pudiese aunque sea ligárselo, a decir verdad, Rusty era bastante agradable, y agradecí internamente en no ser Homofóbica ya que aunque él era Gay, lo consideraba como una excelente persona y lo admiraba bastante por no avergonzarse por su orientación sexual. Ya había anochecido y el frio había comenzado a hacerse notar, había tomado alrededor de unos cinco vasos de cerveza que ya me tenían la cabeza dándome vueltas, por suerte, aun no me encontraba ebria. Me había puesto de nuevo mi vestido y aun tambaleándome me excuse con el grupo de chicos que estaban a mi alrededor con el pretexto de ir al baño, realmente solo quería ir a la cocina a tomarme un vaso de agua. Caminé descalza hasta buscar la cocina, por suerte, esta se encontraba completamente sola, serví mi vaso de agua y lo bebí como si se me fuese la vida en ello, eso hasta que sentí una presencia detrás de mí. Me giré sobresaltada para encontrarme con unos expectantes ojos azules.

    Andrew me observó desafiante, y aunque me había sobresaltado supe disimularlo bastante bien.

    — ¿Te asusté? —Dijo con burla en su masculina voz.

     —Con tu cara de espanto quien no. —Dije girándome de nuevo para volver a servirme otro vaso de agua, solo que esta vez, Andrew intervino tomando mi muñeca con fuerza.

     Hizo que me voltease para encararlo, por lo visto, él no se encontraba ebrio. Lo miré casi ofendida mientras intentaba zafarme de su agarre.

— ¿Qué m****a te sucede conmigo? —Pregunté agitando mi brazo. — ¡Suéltame, me estas lastimando!

    —Quiero que te largues ahora mismo de aquí. —Me miró fijamente.

    Su rostro había quedado tan cerca del mío que hizo que soltase su agarre al instante.

   —No sé cuál sea tu maldito problema. —Espete furiosa. —Pero no voy a dejar que me humilles y me hagas quedar en ridículo ante todo el mundo, joder, ¡Cual es tu maldito problema conmigo!

    Sus ojos parecieron hervir al escucharme decir esas palabras, apretó sus puños de manera amenazante que por un momento me hizo pensar que me golpearía. Retrocedí unos pasos hasta que mi espalda chocó con el refrigerador dejándome casi atrapada.

     — ¡Tú eres el maldito problema! —Vociferó mientras daba un puñetazo al pobre refrigerador. —Tú aire de superioridad, la manera en la que crees que el mundo gira en tu entorno, no sabes lo mucho que me molesta tu presencia. —Susurró mientras mantenía su cabeza baja.

     Admito que sus palabras me habían dolido, me odiaba y yo ni siquiera lo provoca conscientemente. Ambas manos estaban alrededor de mis hombros dejándome atrapada entre él y el refrigerador, cuando subió su vista pude notar como su respiración se había convertido en una agitada y como su pupila se había oscurecido notablemente, su rostro estaba tan cerca al mío que podíamos respirar casi el mismo aire, una corriente pasó por mi cuerpo como si miles de pequeñas agujas hubiesen pasado por mi espalda, lo miré con mis ojos de par en par porque, no sabía si iba a golpearme, o peor aún, si iba a besarme.

    La tensión se podía cortar con un cuchillo, hasta que una tercera voz resonó en la cocina.

     —Alyssa te estamos esperando para comenzar el juego y...—Sus palabras se quedaron atascadas cuando sus ojos vieron la pequeña escena de Andrew y yo.

    Lo observé confundida cuando comprendí sus palabras.

     —Joder, no. —Le escuché susurrar a Andrew mientras se separaba de mí y tocaba el puente de su nariz con dos de sus dedos.

    Una sonrisa diabólica sobresalió de mis comisuras.

    — ¿Qué juego? —Pregunté interesada. —Por qué me encantaría jugar.

     Terminé de decir sabiendo que probablemente a él no le agradaría para nada la idea de que me quedase un rato más. Pero... ¿Qué podría salir mal?      

******

Espero que tengan linda noche ♥. 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP