Capítulo 225: Sante para sanar

Bárbara se levantó del sillón de la biblioteca y caminó lentamente hacia una de las ventanas. La cortina dejaba entrar una suave luz dorada de la tarde, y por un instante pareció perderse en el paisaje. Alanna, sentada aún en el sofá, la miraba con atención, notando cómo sus hombros se tensaban ligeramente, como si estuviera conteniendo una emoción que no sabía cómo expresar.

—Alanna… —dijo Bárbara al fin, sin volverse aún—. Sé que no soy la persona perfecta. Ni tampoco lo fue tu padre. Pero hay algo que tengo claro… y es lo que tú has provocado en Leonardo.

Se giró lentamente. Su rostro, usualmente firme y elegante, estaba ahora suavizado por la ternura y una preocupación profunda.

—He visto a ese hombre romperse por dentro… lo he visto construirse a base de hielo después de perder a sus padres… y durante años fue solo eso: frío, duro, distante. Un ser que vivía para trabajar, para vengar, para controlar. Pero cuando llegaste tú… —hizo una pausa, conteniendo un nudo en la garganta— l
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