Capítulo 31. El eco que deja un veneno.
Sebastian se quitó el saco y se puso de pie, caminó hacia la ventana. Desde allí podía ver la ciudad, los autos que iban y venían, al mundo continuar con su vida mientras él se sentía hundido más y más en este problema, que él no había planeado de esta manera, lo único que había querido era proteger a Melisa, la mujer que poco a poco se metió en su corazón.

-- No puede ser… porque tuve que hacerte caso Meli –

Se repetía una y otra vez. Ahora debía pensar como reparar los daños colaterales y salvar de esta nueva tormenta a su chica.

Melisa fingía concentrarse en el informe que tenía abierto en la pantalla, aunque ni una sola palabra de las que leía se procesaba realmente en su cabeza. Desde el comedor, luego del anuncio público de Sebastián, todo el piso se había vuelto un hervidero de murmullos.

Ahora, todos hablaban del presidente Novak… y de su increíble novia Mariel.

Y aunque a su lado el teclado sonaba como si sus dedos realmente escribieran algo coherente, lo cierto era que su men
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