Capítulo 80. Una conversación esperada.
Sebastian lo amaba más de lo que su mente podía expresar, y también amaba a Melisa. Aunque no se lo dijera directamente, aunque cada noche fingiera no pensar en ella mientras dormía en la habitación contigua, aunque en las madrugadas frías se levantara solo para verificar que estaba cubierta y protegida.
No era rencor lo que lo estaba frenando ¡no!... era miedo.
Miedo de amarla más de lo que su orgullo se lo permitía, miedo de poder perdonarla tan fácilmente después de todo el dolor que vivió, miedo de verse y sentirse débil.
Y lo peor de todo era que Francisco, ese bastardo malnacido había sabido muy bien donde golpear. Había puesto sal en su herida sangrante, pero esta vez se equivocó, porque la sal lo único que hace es ayudar a cicatrizar.
-- No voy a perderte otra vez – murmuro para sí mismo, como una promesa dicha a su mente y al fondo de su corazón. Pero todavía no sabía como reparar lo que tenía roto, sin parecer que cedía por completo.
-- Solo necesito tiempo – se repitió una