Aisha sacudía la cabeza de un lado al otro, incrédula y herida por las palabras venenosas que estaba escuchando por parte de su esposo, aquel que le juró amor eterno y que fue todo amor durante su luna de miel y en los días posteriores.
— ¿Realmente crees que puedes salirte con la tuya así, Aisha? — él habló en tono acusatorio ¡Eres una prostituta!
— No entiendo de lo que me acusas, ¿Acaso te estás dando cuenta de lo que estás diciendo?
— ¿No sabes de lo que te estoy hablando? — ella sacude su cabeza de un lado al otro — muy bien, aquí está de lo que te acuso.
Alejandro tomó una carpeta y le arrojó miles de papeles a Aisha, ella tomó una de las hojas y miró como estaba en los brazos de Christopher.
— No puedes estar hablando en serio... ¿Qué pasó contigo? ¡Está mujer no soy yo! Jamás me acosté con Christopher.
— Creí que eras diferente, que eras especial — él habló riendo con cinismo — pero me equivoqué, eres igual que todos los demás. No me quieras ver la cara de idiota porque esa e