Alejandro se acostó al lado de Aisha, se sorprendió en el momento que ella se acercó a su pecho y se acurrucó. Él por su parte puso uno de sus brazos detrás para acercarla aún más y con la otra mano acariciaba su cabello.
— Todo va a estar bien, ya me hice cargo y esos doctores no van a encontrar trabajo en ningún lado después de lo que te hicieron. Prometo buscar los mejores médicos para que trabajen aquí, te doy mi palabra como Montecristo y como tu prometido.
Ellos se durmieron y mientras estaban juntos, alguien llegó, al ver a la pareja de tórtolos se llenó de rabia y su mano se volvió un puño.
— Aló, llamaba para decirte que ellos están mejor que nunca. Nuestro plan no ha funcionado y al parecer arreglaron las cosas.
— ¡Por un demonio! — Antonio lanzó la copa contra la pared y ésta se hizo pedazos — no sé lo qué tengas que hacer, pero vas a sembrar la discordia en esos dos. No quiero que Aisha cuente con alguien que la pueda proteger, menos un Montecristo; respecto al viejo ti