170. Sombras bajo el invernadero
Los primeros días de Danna como madre son un caos encantador. A veces me pregunto cómo logra mantenerse de pie, con tantas horas sin dormir, con un bebé que parece tener un radar para llorar justo cuando ella empieza a cerrar los ojos. Pero lo hace. Y lo hace con esa mezcla suya de dulzura y carácter que siempre me ha dejado admirada.
Bárbara y yo la visitamos con frecuencia. Bueno, para ser más exacta, yo logro que la visitemos con frecuencia. Tener a Gabriel de mi lado facilita las cosas; basta con pedirle que me lleve a la mansión Hikari y él, sin protestar, me abre las puertas del auto y del mundo entero si se lo pido. Danna siempre se alegra al vernos, y Bárbara no puede contener la emoción cada vez que carga a Alexis. Se le nota en los ojos, ese brillo que mezcla amor, miedo y un poco de incredulidad. Es una escena tierna… demasiado tierna para el tipo de vida al que estoy acostumbrada.
Septiembre llega con una calma aparente. Las visitas a la mansión se vuelven una rutina que