Alicia no me había dicho que ellos también estarían preciso en el almuerzo.
De haberlo sabido, definitivamente no hubiera venido.
No es que sea cobarde o que no me atreva a enfrentarlos, es que simplemente me arruinaría el apetito.
—Sara, llegaste. Solo te estábamos esperando a ti —Alicia vino apresurada a recibirme con alegría, dándome un suave abrazo.
No quería ser grosera con su gesto tan amable, pero aún así comenté:
—Señora, pensé que solo seríamos nosotras dos.
—Originalmente éramos solo nosotras, ellos... —Alicia hizo un ligero gesto hacia Carlos y Beatriz— los encontramos por casualidad.
¿Casualidad?
Ya no soy una niña tonta, ¿cómo voy a creer eso?
Pero si me iba ahora, además de poner a Alicia en una situación bastante incómoda, parecería que no puedo superar el pasado.
Así que respondí con cierta ironía:
—Qué coincidencia.
—Lamentamos interrumpir su almuerzo, señora —intervino Beatriz.
Si saben que interrumpen, ¿por qué no se van? ¿Por qué siguen allí tan cómodamente sentados