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De Hija Equivocada a Heredera del Magnate
De Hija Equivocada a Heredera del Magnate
Por: Cade Ademe
Capítulo 1- La princesa abandonada

Por fin había llegado el gran día. Ataviada en un hermoso vestido diseñado exclusivamente para mí. Con mi velo y tocado bordados con perlas y diamantes era más de lo que hubiese podido siquiera imaginar, aun cuando estaba acostumbrada a tanto lujo todo esto me sobrepasaba.

– Ya es suficiente. Vas a arruinarlo. Grité a la estilista cuando me giro demasiado rápido mientras colocaba mi tocado. – Esto costó más que tu salario de un año. No lo arruines.

– Sí señorita Lauren. Perdón, señora Brown.

En ese momento cerré mis ojos saboreando esas palabras, señora Brown. Por fin. Después de 10 años de relación hoy, frente a más de 500 personas estaríamos dando el sí. Todos sabrán que Eliot Brown era mío y sería el evento de la alta sociedad más grande en años. Todo era perfecto, no había nada que pudiera arruinar este gran día.

– ¿Sabes lo que dirá mañana la prensa? – preguntó Paty una de mis amigas mientras se tomaba una foto para sus redes sociales. – dirán “La heredera más envidiada del país le echó la soga al cuello al heredero más codiciado”

– Claro que es lo que dirán. - dije con falsa modestia. – Y lo dirán con razón. Pero ya vamos, no hay que hacer esperar al novio.

Mientras ellas salían yo me detuve a retocar mis labios y al salir las escuche hablar en voz baja.

– ¿Y si es cierto lo de la hija ilegítima?

– Shh Cállate ¿Y si Ivana escucha?

– Ay, por favor. Esa niña ha vivido en una burbuja toda la vida. Si supiera la mitad de las cosas que se dicen de su familia…

– Dicen que la otra hija es igualita a la señora Lauren, que hasta tienen la misma marca de nacimiento.

Mi sonrisa se congeló en ese instante, Y esas palabras comenzaron a rondar mi cabeza, ¿De qué hablaban? ¿otra hija? No pude aguantar más y salí a su encuentro.

– ¿Que hija ilegítima? – pregunte mientras me acercaba a ellas.

– Nada querida. No te preocupes por esos rumores de viejas chismosas. Tu sabes como es la gente envidiosa. – decía Paty restando importancia a los comentarios mientras esquivaba mi mirada.

– ¿Quién empezó el rumor? Pregunte

– No lo sé, lo vi por algún lado, en alguna de las redes sociales. Pero nadie toma en serio esas cosas.

Decidí tomar una aspiración profunda. Hoy era mi día. No iba a permitir que rumores sin fundamento lo arruinaran. Elliot me amaba. Yo era la princesa consentida de mis padres, lo tengo casi todo, y digo casi por que después de esta boda lo tendré todo. Mi vida es perfecta.

La iglesia estaba decorada como un cuento de hadas. Había flores importadas de Holanda por todos lados. Arreglos colgantes, un cuarteto de cuerdas en una esquina y un corro esperando la entrada de la novia para cantar el Ave Maria. Los periodistas con sus cámaras se encontraban por todo los alrededores de la iglesia, la mayoría se aglomeraba en los laterales de las escaleras.

Descendí de la limusina a una alfombra roja que iba hasta la entrada de la catedral. Saludaba con una mano a los periodistas y curiosos como toda una princesa mientras sostenía con la otra mi elegante ramo.

Al llegar a la entrada la música comenzó a sonar, todos se pusieron de pie y comencé a caminar. En un momento me detuve preguntándome por mi padre pero no le di mayor importancia ya que todo lo había en mi mente era que hoy, por fin me convertiría en la señora Brown.

Mientras me acercaba al altar trate de buscar el rostro de Eliot, allí estaban, las damas y caballeros pero no veía al novio. En ese instante mi sonrisa se congeló. Pude ver a mis padres en primera fila pero ellos no me miraban.

– ¿Dónde está Eliot? Pregunte sin perder la compostura casi llegando al altar.

– Tal vez se retrasó - susurro alguien

– No puede ser - dijo otra voz desde los bancos. El siempre es puntual.

Llegué hasta el altar con la mirada clavada en un lugar vacío, tratando de poner en orden mis pensamientos.

El sacerdote tosió incómodo al parecer no sabia como reaccionar, aunque unos segundos después lo hizo de la peor manera.

– ¿ Le avisaron al novio que la boda era hoy? Trato de bromear para bajar un poco la tensión que los rodeaba. Pero nadie se rio.

– No es momento para bromas. Le dije entre dientes.

En este punto mi cuerpo empezó a temblar, de rabia e impotencia. Mire a mi padre quien se limitó a decir; – Tenemos que hablar… pero aquí no.

–¿Dónde está Eliot? Exigí saber en voz más alta.

– No vendrá. Se cancela la boda. Dijo mi madre en voz baja.

– ¿Que?

– Eliot no vendrá. Cambio de opinión. – dijo mi madre con una voz fría y cortante.

En ese momento mi corazón comenzó a latir tan rápido y fuerte que pensaba que saldría de mi pecho.

– ¿Cómo que no vendrá?

– No vayas a hacer una escena. - dijo mi madre en un susurro. – Ya tenemos bastante con todo este espectáculo.

– ¿Espectáculo? Si lo sabían y no querían un espectáculo ¿por qué me dejaron llegar aquí, bajar del auto, desfilar al altar delante de todas estas personas?

Las cámaras seguían grabando. Todos en la iglesia cuchicheaban. Yo veía como todos me miraban, y me señalaban. Unos con lástima otros con burla. Entonces retrocedí y comencé a correr a la salida mientras escuchaba a muchos decir; – La dejaron plantada.

Corri y corri, no se como ni por donde, el traje , el velo, los zapatos quedaban enredados en mis pies pero no se como me las arreglaba para seguir corriendo mientras veía a las persona ahora de afuera, las mismas que hace unos minutos buscaban poder ver a la princesa llegando al altar ahora me miraban sorprendidos por lo que presenciaban, los murmullos, los flashes, las cámaras todas encima de mi hasta que pude entrar a la limosina.

Necesitaba aire, no podía respirar, quería una explicación. ¿Que había sido todo esto? Tomé mi teléfono que seguía en el auto y marqué el número de Eliot. Un tono, dos, tres, buzón de voz. Volví a intentarlo y nada… el chofer esperaba por instrucciones y justo cuando iba a darle una orden me llega un mensaje de un número desconocido. “ No vayas a tu casa. Tus padres tienen algo que decirte que cambiará tu vida para siempre”

Y entonces lo supe, lo que acababa de vivir no era lo peor… aún faltaba más.

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