La victoria de Elliot sobre su padre, Richard Vance, se oyó en toda la mansión.

Con Seraphina Dubois asegurando la financiación de su película, la furia de Richard se transformaría en una humillación aún mayor.

Elliot Vance no solo sobreviviría, sino que florecería, y su matrimonio falso con Maya sería la guinda de su venganza.

El ambiente de la mansión resultaba sorprendentemente ligero para Elliot. Canturreaba una melodía mientras se servía café, saboreando su triunfo. Sin embargo, la paz duró poco: Maya entró en el comedor con el rostro serio.

—Buenos días, Elliot —dijo Maya con un tono inusualmente plano.

Elliot levantó una ceja, percibiendo la tensión.

—Buenos días, querida. ¿Qué te trae esa cara de preocupación? ¿Acaso mi increíble capacidad para resolver problemas te ha dejado sin argumentos para quejarte?

Maya lo ignoró. —Ya sé lo de la película.

Elliot dejó la taza de café a un lado y su sonrisa se desvaneció.

—¿Cómo... cómo sabes lo de Richard? Esas noticias no se han filtra