Trata de entenderla

—Vaya que eres rápido, muchacho—Pixis entró al cuarto de la hora en su oficina, a la cual Santino había acudido al edificio desde la mañana.—Y pensar que el perezoso de Kaz tarda horas en organizar los malditos remanentes.

Simples transacciones. Movimientos meramente digitales…casi como estar en casa.

Santino no ahondó en esto último, sólo contempló su reloj de pulso.

—Hmp. Los saldos también están completos –dijo Santino, cerrando cada una de las ventanas y archivos antes de apagar el ordenador—Creo que es todo por hoy.

—Efectivamente –completó Pixis, con una leve expresión de complacencia.

Estando a momentos de oprimir la tecla de OFF, una carpeta alejada y solitaria en el espacio del display de la barra de estado llamó su atención y lo preguntó en voz alta.

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