Yanai se encontraba callada, sentada frente al único escritorio en el interior del negocio familiar, revisando algunos pedidos. Con pesadumbre soltó el lapicero con el que estaba jugueteando y se tomó el rostro con las manos.
Ya pasaba de las cuatro. Ciertamente había aceptado a dejar a Alexa a solas porque no quería hablar de más de momento. Muchas cosas revoloteaban en su mente pero no quería vocalizarlas aún, no antes de organizar sus ideas. Y si ella estaba así, no quería ni pensar todo lo que estaría atravesando Alexa.
Ella sabí