-Ey- saludó el rubio acompañado por un moreno.
-Ey- devolvió el castaño el saludo.
Tomando asiento a su lado, el rubio se retiró con la silla para dejar al moreno que lo hiciera en uno de sus muslos.
-¿Te crees que si me siento encima tuya no me dolerá?- achacó el moreno.
El rubio rodó los ojos al mismo tiempo que dejaba oír un suspiro.
-Perdóname lindura- se disculpó.
El pelinegro negó con la cabeza.
Con cuidado se sentó en su muslo.
Siseó un pelín pero pudo permanecer sentado.
El castaño les miraba boquiabierto.
-¿Qué le has...hecho?- inquirió.
La pareja se miró entre ellos para después hacerlo a su amigo.
-A éste, que se le fue la mano- señaló el moreno al rubio.
-Lo siento, lo siento, lo siento- se disculpaba una y ot