-¿Mitch, por qué no soy como tú?-
El castaño mayor miró a su hermanito.
El pequeño, de pie junto a la puerta de su habitación, con su pijamita de Spiderman, un lobito de peluche en una manita y los ojitos tristes, miraba a su hermano.
-¿Por qué dices eso peque?- preguntó un Mitch de trece años.
El pequeño, de tan solo tres años pero con un vocabulario más extenso que el de cualquier adulto y más inteligente, caminó hacia él.
-Yo...yo no tengo...- el menor bajó el rostro -No tengo colita, Mitch-
Mitchell supo porqué lo decía.
-¿Y eso qué peque?-
El niño alzó la vista...
Y entonces su hermano lo vio.
Vio cómo caían las lágrimas de sus bonitos ojos.
-David, ¿Por qué...por qué lloras?- Mitch dejó e