TOM BENNET
—Espera… ¿qué? ¡¿Por qué no me lo ha dicho?! —contestó Sofía indignada—. Soy su mejor amiga, esas son cosas que no debería de guardarme. ¿Es normal que me sienta celosa de Cristine? Siento que últimamente está más apegada a ella.
—Te adora, pero si no te dijo nada fue porque apenas se enteró ayer… —Suspiré, pero tuve que detenerme a la mitad, pues me dolió—. El niño es mío.
Sofía al principio se le cayó la mandíbula, pero en poco tiempo se recuperó, se cruzó de brazos y sonrió con suficiencia.
—No me sorprende, sabía que un día les pasaría…
—Ella no quiere saber nada de mí —la interrumpí rompiendo su burbuja de amor y perfección. Nuestra historia claramente no era así.
—Bennet… —Sofía regresó sobre sus pasos, sentándose de nuevo en el borde de la cama.
—Ella no dejará nunca de odiarme… y lo entiendo. Fue mi culpa —contesté apesadumbrado y agaché la mirada.
—Ese niño necesita un padre y apuesto a que cambiará la percepción de Jimena, tal vez si…
—Sofía, no hay manera de