CAPÍTULO 27

Un dolor agudo.

Luciano Lennox— Spencer.

No me doy cuenta de qué han pasado casi cuatro días desde que volvimos del viaje de trabajo y casi dos desde que me llamaron, explicándome que el maldito de Jasón intentó incendiar el departamento de Rebeca.

Pero gracias a Dios, ella escapó a los departamentos de más abajo a través de los balcones.

Debo reconocer que me volví loco al saber que la renacuaja de mi hermana estuvo en peligro y me hizo olvidarme de todo, hasta de mi ratoncita.

Espero que no esté molesta porque en el ajetreo la dejé sola y ni siquiera la ayudé, siendo que estaba delicada de salud.

Subo rápidamente y no le veo en la habitación, pero todo está como siempre: su ropa en el guardarropa, ingreso al baño y me ducho para poder salir del letargo que me dejó esta situación.

Una vez termino, visto un pantalón chándal y un suéter de hilo, veo a mi alrededor y algo no me cuadra, se siente diferente como si algo faltara.

Cuando voy saliendo de la habitación, veo en la mesita de no
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