Capítulo 35. ¡Déjese querer!

Augusto llevó a su madre hasta la casa, Esmeralda durante el recorrido no hizo otra cosa que llorar,

- ¡Le hicimos mucho daño a Valentina, me entristece pensar cuánto sufrió ella y mis niñas!

- ¡Madre, ya eso quedó en el pasado, las tres están felices, te prometo cuidarlas y protegerlas, el resto de vida que me quede! Y… ¿Cómo sabes que amo a Valentina? - ¡Por qué te la quedas mirando como idiota!

- ¿Soy tan obvio?

- ¡Si, demasiado! Esmeralda al llegar a casa, comenzó a llorar nuevamente, se sentía sola y vacía, en esta casa ya no había alegría, ni risas, era como estar solo en el mundo, así no se puede vivir.

Augusto se fue directo a la ducha, pensar en Valentina, de día y de noche, era más que una tortura. Necesitaba sacar esa carga que llevaba encima, con solo verla, deseaba tenerla, hacerla suya de una y mil maneras. Tomó un largo baño, en su mente estaba ella y la disfrutó como quiso, como lo hicieron la primera vez que se entregaron el uno al otro, pero, esto solo le hacía daño,
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