Capítulo 3. ¡Necesito salir de la pobreza!

Mientras Valentina luchaba día a día para salir de la pobreza y de sus muchos problemas, al otro extremo de la ciudad, y desde la comodidad de la gran sala de su lujosa casa, se encontraba Dayan, la señora de la casa, esposa del Dr. Augusto Carranza, y su suegra, la respetada señora y viuda, Esmeralda de Carranza.

Para la esposa del Dr. Augusto, no había felicidad completa, tenía todo el dinero, joyas, propiedades lujosas, mucho dinero, pero ella quería tener un hijo y por supuesto, dar este regalo a su marido, con esto, se aseguraría de tenerlo consigo para siempre, además de sus incontables y extravagantes lujos. El Dr. Augusto, ya tenía dos hijos de su primer matrimonio, que ya eran mayores de edad y estaban estudiando en una de las prestigiosas y costosas universidades de la ciudad y del país. Su hija Carolina, estudiaba medicina y su hijo Sebastián, ya estaba a punto de terminar una Especialización en Cirugía Plástica y Maxilofacial, y ahora se encontraba fuera del país, en un viaje de la facultad. La relación entre Dayan y su suegra, Esmeralda, era de las mejores, conversaban de todo, siempre había tema para hablar, en sus salidas de compras, a comer o hacer deporte.

Esmeralda, veía con tristeza todo el esfuerzo que hacía su nuera para quedar embarazada, se había hecho muchos tratamientos y ninguno le había dado resultados y… Para alegrarla en este día tan frío y lluvioso, le confesó una solución a sus problemas.

- ¡Querida, sé que es muy temprano para hablar de este tema, pero, no quiero que sigas sufriendo, me duele, verte así tan triste, y he pensado en una solución para que de una vez por todas tengas a mi hermoso nieto!. ¡Puede ser un vientre alquilado!

- ¡Ya habíamos tenido esta conversación y sabes que me desagrada en su totalidad! ¡Para alquilar un vientre hay que buscar a alguien que esté dispuesta a hacer ese trabajo y que después no se vuelva una molestia para todos!

- ¡No busquemos en la ciudad, busquemos a una joven campesina que sea ignorante en todo sentido, pero lo más importante, es que sea físicamente atractiva, sana, sin vicios, para que mi nieto sea todo un,Carranza como mi guapo hijo! Esta idea no le desagradó a Dayan, buscar una campesina humilde podría resultar más fácil que las otras, que anteriormente había buscado y pedían sumas exageradas para cumplir con esta delicada labor. En ese momento en que las mujeres le daban rienda suelta a esta idea, entró don Julio, a arreglar las luces de la cocina. Esmeralda, lo vio por un momento y se preguntaba si este, ¿conocía a alguna chica, con las características necesarias para lo que ellas necesitaban?.

- ¡Julio!, ¿hace cuánto usted trabaja para nosotros?

- Señora, llevo trabajando para la familia Carranza, hace más de 20 años y …- fue interrumpido por la matrona, pues no quería oír lo que este tenía para decir de su experiencia con la familia.

- ¡Si yo le pidiera un favor! ¿Usted estaría dispuesto a hacerlo? - continuó Esmeralda, bastante seria, pues este asunto lo ameritaba.

- ¡Sí, si, señora, con gusto! Dígame que puedo hacer por usted?- Julio detuvo su trabajo para prestar atención a la petición. Dayan, se había puesto nerviosa, pues no confiaba en él, para este tipo de peticiones.

- ¡Mi querida nuera, por cosas de la vida, no puede tener hijos!, ¡qué triste!, pero como en esta vida, hay pocos imposibles, queremos conseguir, a una mujer joven, llena de vida, que quiera ganar un buen dinero y nos pueda dar la posibilidad de embarazarse y luego…, entregarnos el bebe.

- Señor, Luis, lo que Esmeralda quiere decir, es que ¿si usted nos podría ayudar a conseguir a alguien, que sea sana, para que se embarace por mí? Estamos dispuestas a darle una buena suma de dinero, para sus gastos. ¿Estaría dispuesto a ayudarme? Además, usted también ganaría, pues estamos dispuestas a pagar su favor. Para Luis, esta era la oportunidad perfecta de conseguir el dinero que necesitaba para el tratamiento de su esposa, y… Ya tenía a la persona que estaría dispuesta a cumplir con esta tarea. -

- ¡Señor, Luis! - Llamó Dayan, ya que este no había respondido, sí ayudaría o no.

- ¡Sí, si señora, mañana mismo le traeré la información, creo tener a la persona correcta!. - Respondió con una amplia sonrisa.

- ¡Confiamos en usted, señor, Luis!- replicó Esmeralda.

Don Luis, de camino a casa, iba pensando en ¿Cómo convencería a la persona, de que esta era la salida a muchos de sus problemas? Además, le habían dicho, que él también recibiría una parte de dinero si encontraba a la persona correcta para llevar a cabo el embarazo del hijo del gran carranza.

- …… ¿Acaso te has vuelto loco, papá? ¿Cómo es posible que pensaras que yo podía aceptar, embarazarme? ¡Soy muy joven y estoy estudiando!

- ¡Hija, perdóname, yo solo quiero que tengamos dinero para ayudar a tu madre con el tratamiento! ¡Perdóname, perdóname, te lo suplico!.- Luis, pensó que las cosas le serían fáciles, creyó que su hija aceptaría alquilar su vientre por dinero, pero esta dijo un No rotundo. Pero Valentina, al ver a su padre suplicar de rodillas que lo perdonara, y que en realidad quería de todo corazón ayudar a su esposa enferma, su corazón flaqueó, llenándose de tristeza.

- ¡Padre, perdóname! .- fue hasta él y lo levantó. - No quiero ser mala persona, es solo que… Luego de ese embarazo, ¿no sé qué va a pasar con mi vida?

- ¡Lo sé, hija, también he pensado en eso! ¡Lo único que quiero, es ver a tu madre bien!. -Las lágrimas corrían por las mejillas de padre e hija, esta mala situación no era para menos.

- ¡Padre, estoy dispuesta a alquilar mi vientre, lo haré para salvar a mamá! .- El repentino cambio de actitud de Valentina, se debía a que su madre en realidad estaba muriendo y necesitaba que pronto se le diera el tratamiento que con urgencia requería. La había escuchado toser y quejarse a causa de sus dolores, ya no había tiempo que perder, aceptaría.

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