Mi mente iba procesando todo lo que había ocurrido hace un momento. Era tan ilógico que precisamente esto me estuviera pasando,de pronto no aguanté la risa que esto me provocó. ¡Carajo! ¿cómo diablos logro que las situaciones más ridículas me pasan a mí?

—¿Vas a bajarte?.

La voz de Santiago me sacó de golpe de mis pensamientos absurdos.

¿Qué diablos? Estamos justo en el estacionamiento y cabe mencionar que todos,absolutamente todos pueden vernos…juntos.

Esa idea me provoca arcadas,me siento completamente aterrada ahora que soy consciente de lo mucho que la he cagado al subirme a la motocicleta De Santiago.

—¡No,pienso quedarme a vivir aquí!.

Su mirada está clavada a mi rostro. Pero no sé descifrar lo que eso significa,y realmente no me interesa mucho.

—Haz lo que quieras.

Se quita el caso y se baja con una seguridad que me hace reír internamente. Nada de lo que hace parece ser planeado,aún así parece que ha sacado esos movimientos de una película. Si no lo conocier