Adriana, que termina de hablar con Daniel, entra nuevamente a la habitación de Aurora, que apenas escucha el ruido de la puerta abrirse, cierra los ojos y se hace la dormida, pero su hermana la conoce demasiado bien y sabe que jamás se iría a la cama sin ponerse la pijama.
—Lo de hacerte la dormida, no te va a funcionar, señorita. Es hora de que hablemos.
Aurora, que sabe que no puede engañar a Adriana, abre los ojos y se sienta a regañadientes en la cama.
—¿Me puedes explicar por qué te negaste a hablar con Ares?
—Por nada. Simplemente estoy cansada. No quería hablar y ya.
—¡Aja! ¿Y no será que lo rechazas por culpa de todo lo que hizo Jazmine?
—No... Sé que él no tiene la culpa. Es solo que... No sé cómo actuar frente a él. Me siento rara y nerviosa. Avergonzada de haberme lanzado sobre él... —Tapa su rostro con sus manos, y niega con la cabeza, recordando como se dejó llevar por el deseo.
—¿A qué te refieres con haberte lanzado? —Aurora quita sus manos de su rostro y, con las