Caminos y Dones
El pasillo estaba casi vacío cuando Ana salió del despacho. Las lámparas encendidas lanzaban un resplandor dorado sobre las paredes de piedra y el eco de sus pasos era el único sonido que la acompañaba. Caminó despacio, repasando en su mente cada palabra del Alfa.
Cuando llegó a la bifurcación del corredor, dudó. A la derecha se extendía un pasillo más amplio que conducía hacia la entrada principal, a la izquierda una galería estrecha con tapices antiguos. No recordaba por cuál había venido y ninguno le parecía familiar.
Soltó un suspiro y eligió al azar el camino izquierdo. Dio apenas dos pasos antes de chocar de frente contra alguien.
-Lo siento -Dijo enseguida, retrocediendo un poco.
-No hay problema. -El hombre frente a ella sonrió, inclinando apenas la cabeza por la diferencia de altura. Tenía la piel morena, los ojos rasgados y un aire tranquilo. Vestía el abrigo oscuro típico de los guardias de alto rango, ya iba reconociendo algunas cosas con tanta observación.