Ambos llegaron a la cafetería más cercana a la sucursal.
Como si se tratara de una chica, Mark se adelantó a Nick e igual que todo un caballero le abrió la puerta del local.
Nick aún seguía cohibido tras el “incidente” en el banco.
Todavía percibía un leve picorcillo en su glúteo y aunque por extraño que le resultara, le era bastante agradable.
-¿Te parece bien aquella mesa?- oyó que le preguntó el moreno señalando una mesa casi al fondo.
-Sí, esa…esa está bien- asintió Nick.
-Bien- contestó Mark.
El joven ya iba a echarse a un lado para que él fuera delante cuando Mark se lo impidió negando con la cabeza y diciendo:
-No, ve tú delante-
Nick se lo quedó mirando extrañado cosa que entendió Mark como si le preguntara “¿Por qué?” Aproximándose hacia él inclinó el rostro a uno de sus oídos y le respondió:
-Quiero ver cómo se mueve ese culo que tienes-
A Nick casi le da un paro cardíaco al oírle decir aquello.
-Adelante- instó el moreno a que caminara.
Tragando saliva, Nick obedeció y echó a andar rumbo a la mesa.
Dejando que se alejara un poco, Mark le siguió. Fijaba sus ojos en esa parte que ya había tocado o más correcto sería decir azotado recreándose en ella. Llegando a la mesa, Nick fue el primero en sentarse. Mark cruzó junto a él e inclinándose le miró fijamente.
-Tienes un culo muy bonito- susurró.
La cara del chico se volvió roja como un tomate mientras veía al mayor tomar asiento frente a él.
-Espero que si aceptas dejes de ponerte ese tipo de pantalones tan ajustados- dijo sin borrar la sonrisa.
-No tengo otros- repuso Nick.
El moreno hizo un extraño sonido con la lengua y los dientes al mismo tiempo que ladeó la cabeza y dijo:
-Entonces me da a mí que se repetirá lo de antes-
Nick le miró un pelín nervioso.
-¿El…el qué?-
Mark agarró la pequeña carta donde se leían los desayunos y demás platos para mirarla.
-Que te ganarás más de un azote- apuntó echando un vistazo a los desayunos -No me gusta nada de lo que hay-
-¿A-azotes por ponerme un pantalón?- se contrarió Nick.
-Uhum, por ponerte un pantalón no- respondió Mark y alzó la mirada de la carta -Por ponerte ese tipo de pantalón-
La expresión que se dibujó en el rostro del castaño era de auténtica sorpresa.
-Yo…no-no…no entiendo porqué…-
Mark levantó la mano en señal de que se callara cosa que hizo a Nick mirarle raro por lo que el moreno señaló hacia la barra. Nick se giró y…
-Hola, qué tal, qué van a tomar-
La camarera que no esperaba a su lado hizo al castaño darse un susto, lo cual provocó que Mark riera por lo bajo.
-Yo tomaré un café, solo- respondió Mark soltando la carta donde había estado.
-Bien, y usted…- señaló la chica a Nick.
Éste, a punto de pedir fue interrumpido por el azabache.
-A él le traes un cacao y unas tortitas-
Nick se lo quedó mirando atónito mientras que la camarera lo hacía a ambos de manera alelada.
-¿Simples y…llanas tortitas?- preguntó.
-Si les puedes echar un poco de chocolate por enci…-
-Solas- claudicó Mark.
Otra vez Nick le miró contrariado. La camarera lo hizo a uno y otro alternativamente.
-¿Algún problema?- inquirió Mark observando a ambos indistintamente y con esa sonrisa de no romper un plato cuando era del tipo que rompía la vajilla entera.
-Nop- contestó la camarera para dándose media vuelta ir a por el pedido.
-No me gustan solas- replicó Nick.
-Son más sanas- alegó Mark.
-Me da igual- espetó el castaño.
-No te las vas a comer ni con chocolate ni con nada que sea demasiado azucarado- apremió el moreno.
-No eres mi padre- ladró Nick indignado.
-Puedo serlo aunque no del tipo que piensas- alardeó Mark ensanchando la sonrisa.
-¿Ehm?- dijo confundido Nick.
Achicando los ojos y con una mano puesta en su mentón miró detenidamente al joven.
“Tal vez debería…mostrárselo. Aunque solo sea un poquito”. Pensó frotándose la barbilla.
-¿Por qué me mira así?- quiso saber Nick un pelín asustado.
Súbitamente el pelinegro se enderezó en su asiento.
-Ve al aseo- dijo.
Nick no comprendió tal petición.
-No tengo ganas de hacer…pis-
-No quiero que vayas al aseo para hacer “pis”- repuso Mark elevando las cejas y una sonrisa diferente a la anterior.
-¿En-entonces para qué quiere que…vaya?- se extrañó Nick.
Mark echó el cuerpo hacia delante. Apoyando los brazos en la mesa y uniendo sus dedos repitió:
-Levántate y ve al aseo-
El joven tragó saliva varias veces.
-¿Qui-quiere…hablar a… solas?- titubeó.
-Ummm… sí, es una manera de llamarlo- contestó.
Nick, obediente, se puso en pie y echó a andar hacia donde estaban los aseos. Justo cuando desapareció, la camarera llegó con el pedido.
-Aquí tienen…uy, ¿Y el chico?-
Mark le dedicó una traviesa sonrisa a la chica para sacando su billetera plantarle un billete de cincuenta dólares ante los ojos.
-Que no entre nadie a los aseos-
Ella, pasmada, solo asintió con la cabeza mientras aceptaba el dinero. Acto seguido, Mark se levantó de la mesa, se tiró de la chaqueta y desapareció por donde estaban los aseos. La camarera se guardó el billete en ella escote e inmediatamente dio un silbido logrando que los demás clientes y empleados la miraran.
-Nadie puede entrar a los aseos- anunció.
-¿Y eso por qué?- preguntó alguien.
-Están estropeados- fue la respuesta de ella.
No iba a perder cincuenta pavos cuando le costaba tanto esfuerzo conseguirlos.
“Y por lo que a mí respecta me importa bien poco lo que esos dos vayan a hacer”. Se dijo.