Las náuseas despertaron a Luggina, que salió corriendo al baño, sentada en el suelo y con la cabeza casi metida en el escusado, sentía que su mundo era como la ruleta de la fortuna,
Se levantó, se duchó y cepilló sus dientes.
Miguel Ángel ya estaba esperándola con el desayuno servido.
— ¿Como estás mi peque? ¿Como amaneciste hoy?
— Con el mundo girando. Tu sobrino es un huracán muy activo.
— Eso significa que está muy bien. Ven desayuna que ya mismo viene al doctor para realizarte la ecografía.
— ¡No! Hoy saldremos a recorrer el barco, primero vamos con el médico, y luego daremos el paseo, serán seis meses que viviremos aquí. Y después en Bora Bora.
— Nadie sabe que eres dueña de una gran parte de esa isla,
— Tenemos que organizarnos bien. Trabajaré y...
Miguel Ángel interrumpió sus palabras.
— No señora, usted no trabajará, tienes ese crucero y los Resort en Bora Bora, para que puedas vivir bien.
— No Miguel Ángel, nadie puede saber que soy dueña de eso, ni de este crucero.
Pero t