—¿Tan frágil piensas que soy? —Cara le preguntó con amargura.
—No se trata de eso, agapi —él respondió inmediatamente.
—Y entonces, ¿por qué me ocultaron algo tan importante como esto?
Ella estaba segura de que le había pedido a Astrid que no le dijera nada.
—En ese momento, pensé que era lo mejor para ti.
—¿Qué sabes lo que es mejor para mí? —lo retó.
Cara lo que pensaba en ese momento era que Bastiaan tenía una manía por el control de todo y todos, y con eso no estaba de acuerdo.
—¿Qué iba a hacer? —Bastiaan replicó— ¿Regresar? Cuando te marchaste para empezar de nuevo una nueva vida.
En ese momento, él tenía un punto. De haberlo sabido, jamás se hubiese decidido a ir a Milán.
—De igual manera, tenía que saberlo —sacudió la cabeza—. Al final de cuentas Walter fue mi pareja.
En cuanto dijo la última oración, Cara enseguida se arrepintió. Por el hecho de que por fracciones de segundo pudo ver el dolor reflejado en el rostro de Bastiaan.
—No sabía que eras masoquista, Cara —