La conversación con su mejor amiga hizo que su humor cambiara de bueno para mejor, haciéndola olvidar por completo que hizo un viaje de más de diez horas —aunque, realmente, Bastiaan se había encargado de su cansancio— para ella el jet-lag en ese momento era solo un mito.
Por esa razón aceptó ir de compras con Astrid para buscar un vestido que le hiciera lucir hermosa esa noche. Ella se había encargado de que la esperanza renaciera de manera más afianzada dentro de su ser. Ya que le contó como fue el estado de ánimo de Bastiaan mientras estuvo fuera del país.
Así que sin darle mucha vuelta al asunto, decidió darles una oportunidad, aunque estaba un tanto indecisa por la relación jefe - empleada. La cual sabía de qué no estaría muy bien vista ante los ojos de los trabajadores de la empresa.
«¡Además de ser una recién llegada, es la amante del jefe!», pensó con repelús al estar en esa situación.
—¡Ya no aguanto más! —se quejó Astrid.
Cara la miró un tanto confundida.
—¿Qué ocurre