Narra Sol
Al llegar a la parte de adelante de la mansión subo los escalones de la entrada para luego abrir la puerta principal color negro con detalles dorados.
Al entrar veo a Amanda pasando por el recibidor.
—Amanda — la llamo haciendo que deje de caminar y mire en mi dirección.
—Sí dígame — dice caminando hacia mí.
—Quería pedirte disculpas — le pido apenada — Por cómo te hable esta mañana — agregó casi en susurro.
—No se preocupe, la entiendo. Adam aún es un joven que no madura del todo y sé que a usted le ha tocado enfrentar todo esto con la mayor madurez y responsabilidad, y sabe que puede contar conmigo cuando me necesite — responde junto a una cálida sonrisa.
—Muchas gracias, Amanda — le agradezco devolviéndole la sonrisa — Tendré tus palabras en consideración — le digo con sinceridad.
—No hay de qué. Ahora sí, tiene que almorzar — me recuerda.
—Saldré — me excuso y niego de inmediato ya que no tengo apetito.
—Tiene que hacerlo. Ambas sabemos que luego no lo ara —
—No