Aria
Es curioso cómo una jaula dorada, algo que muchos desearían, puede sentirse más asfixiante que cualquier prisión de hierro. Estoy atrapada, rodeada por lujos, por expectativas, por sonrisas que no siento y miradas que no me pertenecen. Los muros de este castillo parecen más altos de lo que son, y mi voz, la que alguna vez se alzó con fuerza, ahora está apagada.
Mis padres no ven más allá de su propia agenda, y yo... yo estoy aquí para cumplirla, como siempre. Pero a veces, cuando la mirada de Alexei se cruza con la mía, siento que algo más, algo mucho más peligroso, empieza a hervir bajo mi piel.
Lo odio.
Lo odio por lo que me