Aria
La casa está extrañamente silenciosa. El sonido del viento que sopla con fuerza fuera de las ventanas me recuerda lo frágil que es este momento. Todo lo que he vivido hasta ahora parece haberse reducido a esta conversación que se avecina. ¿Cómo llegamos aquí? No lo sé, pero sé que no hay vuelta atrás. Las decisiones que hemos tomado, las promesas que he hecho, ya están marcadas en el tiempo. No hay marcha atrás. Y la presión de todo lo que está por venir me consume.
Mis ojos se enfocan en la figura de Alexei, de pie frente a mí, mirando por la ventana con una expresión inquebrantable, como si estuviera luchando contra algo que solo él puede ver. Todo en él grita que está preparado para lo que sea, pero y