Aria
Nunca me gustaron los misterios, y sin embargo, aquí estoy, obsesionada con el más peligroso de todos: Alexei Volkova.
Él no es el tipo de hombre que se deja leer fácilmente. Su mirada es como un océano helado: hermosa, fascinante… y mortal si te sumerges demasiado. Pero hay algo—algo que vi en sus ojos anoche cuando nuestras palabras se cruzaban como cuchillas afiladas—que no me deja respirar tranquila. No era solo deseo lo que había en su mirada. Era dolor. Y eso, para mi desgracia, me toca algo más profundo que cualquier roce de piel.
Hoy me desperté con la determinación de entenderlo. No al Alexei guardaespaldas, ni al hombre con los trajes a medida y el