Alessandro se abalanza sobre mí y me empieza a besar con intensidad, haciendo que deje de respirar. Su lengua se sumerge en mi boca y me hace sentir todo tipo de cosas.
Dios mío, cuánto había esperado este momento.
Cuando el beso se acaba, empiezo a respirar con rapidez y sé que todo mi rostro está más rojo que nunca.
—Puedes tener todos los hijos que quieras, yo me encargaré de dártelos —me susurra al oído y comienza a besarme el cuello—. Pero cásate conmigo.
Oh no, esto se está saliendo de control…
—Es-espera… —musito.
La boca se me hace agua y… algo en mi entrepierna me está gritando que acepte sus condiciones.
—Pen, cásate conmigo —susurra y acaricia mis mejillas con sus enormes manos, paseando un dedo pulgar por mis labios.
Pero yo estoy entrenada para saber pensar