102.

Alex queda paralizado, después lentamente saca el dedo de su boca.

Reina el silencio.

—¿Puedo ir a jugar a la piscina? —pregunta Jenny pasado un minuto, donde claramente se ha aburrido de estar sentada.

—Pueden ir, pero sin pelear —aclara Alessandro.

Todos despliegan una amplia sonrisa y corren juntos, olvidándose por completo que minutos atrás estuvieron peleando.

Una brisa sopla lentamente y Alessandro y yo observamos a lo lejos a los niños correr bordeando por la piscina, sabemos que es peligroso, que pueden resbalar y caer, pero estamos tan cansados que no queremos comenzar a gritar. Los trillizos empiezan a forcejear y se lanzan los unos a los otros al agua, empezando a nadar como perritos, soltando gritos y risas traviesas.

Dejo caer mis hombros. Finalmente, no cantamos el feliz cumpleaños y la torta ha quedado picoteada por dedos.

Alessandro empieza a cortar una rebanada de pastel y la echa en un plato, ofreciéndomela.

—¿Qué te parece si hoy cenamos únicamente tú y yo? —pregunt
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