Capítulo 30

Las manos de Oliver recorrieron la piel de Brianda. La sentía como propia y la mimaba en cada caricia que le proporcionaba.

Los suaves gemidos fueron naciendo del contacto del calor de ambos cuerpos, los besos cada vez eran más y más intensos y la pasión los embriagó por completo.

Brianda decidió no pensar esa noche y sólo sentir. Sentir el amor.

¿A quién quería engañar? Oliver era el amor de su vida.

Su piel se erizaba al paso de los labios de Oliver, quien fue trazando un camino de besos desde su cuello hasta su clavícula, arrancándole nuevamente un acorde de gemidos a Brianda.

Ella echó su cabeza hacia atrás, despejándole el camino para darle vía libre a recorrer su cuerpo. Oliver comprendió el gesto, despojándola así de su ropa con más confianza.

Besó su busto ya desnudo y se recreó en su seno derecho, deslizando su lengua por su pezón rosado y mordisqueándolo después, masajeando el izquierdo al mismo tiempo.

Ella enterró su mano derecha en su cabello y tiró suavemente de el. Com
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