4 de mayo de 2021
James
La luz de la lámpara de pie proyectaba sombras suaves sobre las paredes, creando un ambiente acogedor en medio de la creciente tensión. Giselle estaba sentada en el sofá, con las piernas recogidas hacia el pecho, los dedos jugueteando con el borde de su suéter. A pesar de la calidez de la habitación, el aire entre nosotros se sentía pesado, cargado de sus pensamientos y preocupaciones. No podía evitar notar la incomodidad en su postura, cómo se tensaba cada vez que mi padre cruzaba por su mente.
—James, no puedo dejar de pensar en lo que tu padre podría estar planeando —dijo al fin, con la voz quebrada, como si cada palabra le costara un esfuerzo enorme—. Hay algo en él que no me da paz. Temo que esta... esta reunión, esta conversación... sea solo una trampa para que me acerque, para poder hacerme daño de una manera más fácil. No puedo dejar de desconfiar, pienso en ello día y noche.
Esas palabras, tan llenas de temor, calaron hondo en mí. Podía ver el miedo re