Lía clavó la mirada sobre su padre, Lars retrocedió un poco, conocía bien esa mirada y sabía que su hija no reaccionaría bien.
—Hija, piénsalo, ya eres una Skarsson, y no puedes seguir reparando motocicletas, no es digno de alguien de tu clase.
—¿Estás hablando en serio? Sabes bien cuánto trabajé para poder tenerlo, te negaste a ayudarme y ahora vienes a querer que te lo ceda, ustedes no tienen derecho a meterse.
—¡Eres una envidiosa! Por nosotros tienes todo esto —exclamó Vera.
Lía se acercó a ella.
—Precisamente por ustedes estoy en este infierno, en medio de gente egoísta y cruel que no puede ver más allá de su dinero —contestó furiosa Lía, sin que lo esperaran, levantó su mano y le dió a Vera un fuerte golpe en la cara.
Disfrutó enormemente haberle dado aquel golpe, recordó cuantas veces ellos la habían golpeado desde la muerte de su madre.
—¿Cómo te atreves? —gritó Clara —Lars, educa a tu hija.
Lars sacó su cinturón y lo alzó para golpear a Lía.
—Atrévete a golpearla y verás como