A veces Oliver dormía con ella, cuando conversaban o veían películas. A Lía le gustaba dormir abrazada a él, casi haciéndose bolita a su alrededor.
Llegaron a tener tanta intimidad en esos casi tres meses que Lía se paseaba solo con brasier por todo el apartamento, a veces usando sus pijamas cortas e intentando provocarlo, pero Oliver no le hacía caso. Hasta una vez le arrojó una camisa para que se tapara.
Terminó siendo una de sus rutinas cómicas donde él le decía que dejara de mostrar tanto.
—Pareces desesperada —le llegó a decir—. Necesito conseguirte un novio.
—Uno que sea igual de guapo que tú, por favor —le contestaba ella.
Lía era tan relajada y descolocada que solía dejar la puerta abierta y para su desgracia, la vio en repetidas veces masturbarse con sus vibradores. Afortunadamente ya sab&iacu