Miguel creyó que había ganado.
Colocó un enorme anillo de diamante rosa en mi dedo y prometió solemnemente: —Sonia, te trataré bien toda la vida.
En ese momento, su teléfono sonó.
Miró la pantalla y su expresión cambió ligeramente.
Sabía que era Ximena llamando, así que le dije: —Contesta.
Miguel presionó el botón de respuesta y la voz melosa de Ximena resonó inmediatamente: —¡Miguel, ven rápido, el médico dice que estoy embarazada!
—¡Es maravilloso, vamos a tener un bebé!
El rostro de Miguel cambió drásticamente. Me miró nervioso.
También lo miré sorprendida, con el corazón adolorido.
Siempre pensé que Miguel amaba a Ximena sin darse cuenta, pero nunca imaginé que ya habían tenido relaciones.
El mismo día que perdí a mi hijo, Miguel recibía la noticia de uno nuevo, y con la persona que más amaba.
¿Podía ser más irónico?
Con los ojos enrojecidos, me incorporé y le di una fuerte bofetada, gritando: —¡Animal! Si ya te habías acostado con ella, ¿por qué querías casarte conmigo?
Finalmente