Pase la noche entera despierta, y al amanecer, escuché los motores de los autos abajo, lo que significaba que mis padres y Sofia habían regresado.
Incluso desde lejos, sus enojadas voces llegaron hasta mí a través de la puerta.
De repente, la puerta se abrió de golpe y Anthony Moretti, mi padre, un Capo de la familia Falcone, me miró con desdén mientras exclamaba:—¡Claire, tienes la cara tan dura como para aparecer aquí!
Él hizo una pausa y añadió: —Arruinaste la celebración de Sofia, pero aun así, ella estaba llorando, suplicándonos que te perdonáramos. ¿No sientes vergüenza? Pídele disculpas ahora.
Cerré los ojos y respiré profundamente, diciéndome a mí misma que solo tenía que aguantar eso por dos días más.
Hubo un tiempo en que mi padre solía protegerme de esa manera. Recuerdo que me consoló cuando me puse nerviosa al manejar una pistola por primera vez. En esa ocasión, él me dijo: —Está bien, Claire. Todo el mundo va a su propio ritmo.
Si me quedaba atrás en el aprendizaje de los negocios familiares, él mismo me explicaba las cosas básicas una y otra vez sin enfadarse.
Las cosas cambiaron después de que apareció Sofia. Ella comenzó a manejar sola las finanzas de la familia a los quince años, y un año después, ya se destacaba entre los miembros de la élite.
Mientras tanto, cuando yo tenía dieciocho años, ni siquiera podía sujetar una pistola con firmeza. Además, quedé de última en el programa de entrenamiento de la familia.
Antes de darme cuenta, ella había tomado mi lugar como la buena y obediente hija ante los ojos de mi padre.
Lo extraño fue cómo poco a poco me fui volviendo más débil después de que ella entró en mi vida. Sentía náuseas y mareos todo el tiempo, no podía soportar el entrenamiento físico, e incluso las heridas más pequeñas tardaban una eternidad en curarse.
El doctor me dijo que solo era mi constitución natural y me recomendó suplementos nutricionales, pero por más que lo intenté, mi salud solo empeoró.
Luego, comencé a ver la decepción en los ojos de mi padre y empezaron a llegar sus hirientes comentarios.
—Mira la diferencia entre tú y Sofia. ¿Cómo es posible que haya un abismo tan grande entre ustedes dos?
—Como esposa del don, ¿cómo sobrevivirás a las luchas de poder de la familia? ¿Cómo ayudarás a Rocco a cargar con la responsabilidad? Sin el acuerdo de matrimonio, dudo que tuvieras un lugar a su lado.
Con el tiempo, su mirada cambió de decepcionada a avergonzada. Parecía que yo era la vergüenza de la familia y Sofia la que le hacía sentir orgullo.
Volviendo a mi realidad, levanté la vista y la vi parada en la puerta. Ella me estaba mirando con sus grandes e inocentes ojos, mientras que su rostro estaba lleno de preocupación.
Su voz era dulce y tenía lágrimas brillando en los ojos. Parecía tan vulnerable que nadie podía evitar sentir lástima por ella.
—Dejemos esto atrás, Claire. ¿Podemos volver a ser como cuando éramos niñas?
Ella era una maestra en ese tipo de actuaciones.
Sofia siguió diciéndome: —No me digas que has olvidado el perfume que me hiciste. Mañana es el aniversario de la familia. ¿Podrías hacer otra botella de perfume? Digamos que es un regalo para celebrar mi ascenso.
Un destello de alivio apareció en los ojos de Lily antes de sugerir: —¿Acaso no es en eso en lo único que realmente eres buena? Sofia te está dando una salida, eso es más de lo que te mereces. Hazlo ya.
Yo no moví ni un músculo, pero el olor del perfume me alcanzó y, de repente, me transporté siete años atrás.
En aquel entonces, mi papá acababa de llevar a Sofia a casa. Entusiasmada, me puse a hacerle su primer perfume personalizado, buscando cuidadosamente los ingredientes más exóticos.
Solo necesité que ella dijera: “Me encanta el aroma del romero”, para que me quemara los dedos con su savia venenosa.
Nunca lo mencioné, pero los ingredientes y extractos del perfume eran básicamente como un veneno para alguien con una constitución tan delicada como la mía, por tanto, que estos me cayeran en la piel era como una dolorosa punzada, pero aun así perseveré y finalmente logré crear el perfume perfecto.
Todo terminó con ella teniendo una reacción alérgica hacia él. El médico de la familia dijo que había algo en el perfume que la había provocado.
Cuando Sofia recobró el conocimiento, lo primero que hizo fue echarse a llorar y abrazar a Rocco mientras decía: —Claire hizo el perfume con las mejores intenciones. Dijo que no me haría daño probarlo. Por favor, no te enojes con ella. Esto fue completamente culpa mía.
En ese momento, me quedé indefensa frente al personal médico y bajo la furiosa mirada de él.
—No sabía que ella era alérgica a algún ingrediente del perfume. Nunca me lo dijo.
Él no se molestó en escuchar mi versión, en cambio, me encerró en el sótano durante tres días. Ese fue el peor momento de mi vida, pues no me dieron comida ni agua. Todo lo que tuve fue oscuridad y aire húmedo.
Recuerdo que en aquel entonces me acurruqué en un rincón, escuchando todos los gritos y risas de afuera, ya que hicieron una fiesta para celebrar su recuperación. Para cuando me dejaron salir, estaba tan débil que apenas podía ponerme de pie.
De vuelta a la realidad, viendo la perfecta interpretación de Sofia, comenté: —¿Acaso lo olvidaste? Eres alérgica al perfume.
Mencionar eso hizo que la atmósfera en la habitación se tensara de repente.
Justo entonces, Rocco entró, nos escuchó y se detuvo en seco.
En aquel entonces, aunque apenas estaba consciente en el sótano, aun así lo escuché. Él iba a revisarme en secreto por la noche, pero actualmente, eso no importaba, pues en esos días, él se habpia puesto completamente de parte de Sofia.
Ella se echó a reír suavemente, y con una voz que transmitía un leve malestar, dijo: —¿Cómo puedo ser alérgica ahora? Eso fue hace años, Claire.
Sofia se acercó un poco más y añadió: —Mi cuerpo es más fuerte ahora. He superado la alergia.
Mientras hablaba, extendió la mano para tomar la mía mientras decía: —Mira, estoy bien.
En ese instante sus uñas se clavaron en mi piel y siguió presionando más fuerte. El dolor fue tan intenso que tuve que alejarme y ella cayó al suelo.
Fue entonces cuando vi que mientras ella caía, pasó rápidamente su otra mano por la manga.
Luego, cayó con un golpe y comenzó a gemir de dolor. Al siguiente segundo, manchas rojas comenzaron a aparecer en sus pálidas mejillas.
Lily se apresuró hacia ella a la vez que gritaba: —¡Dios mío! Sofia está cubierta de una erupción.
La erupción se extendió rápidamente desde su rostro hasta su cuello y brazos. En verdad, parecía una reacción alérgica grave.
La mirada de Anthony era tan penetrante que parecía que en cualquier momento me atravesaría, y su voz temblaba mientras me reclamaba: —¿Qué le hiciste?
Lo único que hice fue alejarme de su mano, pero sabía que era inútil intentar defenderme.
Sofia se apoyó en Lily, gimoteando de dolor mientras hablaba: —Mamá, la picazón es insoportable, pero Claire no lo hizo a propósito.
Incluso en su agonía, seguía con su actuación de defenderme, y eso en verdad enfureció a todos.
Anthony vio lo roja e hinchada que estaba su piel y exclamó: —¡Esta vez te has pasado de la raya, Claire!
Nada de lo que yo dijera podía convencerlos, pero de igual forma, contesté: —No fui yo.
Rocco se abalanzó hacia mí y me miró con puro odio mientras me decía: —Deja de poner excusas. Esta es la segunda vez que la lastimas.
Él la recogió del suelo con cuidado, tratándola con una notable ternura.
Ella se apoyó débilmente en su pecho, y con una voz apenas audible, dijo: —Ya lo dije, mi alergia había desaparecido. Podría ser otra razón.
Sus ojos estaban fijos en mí mientras hablaba, y noté la expresión de burla en su mirada, pero nadie más la vio.
Rocco me lanzaba miradas hirientes a la vez que cuestionaba sin parar: —¿Qué más podría ser? ¿Quién más ha estado cerca de Sofia? Aparte de Claire, ¿quién más en esta casa está lo suficientemente obsesionada con el perfume como para llevarlo siempre encima?
Viendo lo perfectamente que estaba montado todo, me invadió la derrota. Ella lo había planeado todo, hasta los químicos que le provocaban la alergia los había puesto en su manga.
Él se abalanzó sobre mí y me agarró por el cuello, mientras gritaba: —¡Ya debería saber lo mala que eres en realidad!
Su agarre se hizo tan fuerte que apenas podía respirar y mi visión comenzó a tornarse borrosa, pero en ese intenso momento, él vio mi rostro pálido y mis labios volviéndose azules por la falta de aire. Verme al borde de la muerte lo asustó.
Una mezcla de miedo y lástima lo hizo soltarme sin pensarlo, por lo que me golpeé contra la pared, y el ruido de mi espalda chocando contra ella llenó la habitación. En ese momento el sabor de la sangre en mi boca se hizo más intenso.
Sofia notó el cambio en la expresión de Rocco, por lo que inmediatamente le preguntó: —¿Estás bien? Pareces alterado.
Él sacudió la cabeza, ignoró aquella inquietante sensación y me miró con desdén. La ira en sus ojos no se había desvanecido en absoluto, era como si quisiera desgarrarme en pedazos.
Él soltó: —Nunca habría aceptado casarme contigo si supiera que eras tan retorcida por dentro. ¡Lárgate! No quiero volver a ver tu cara.
En ese instante, rendida, caí al suelo, pues sabía a ciencia cierta que aquella sería la última vez.
Su falta de confianza ya no me dolía, porque mi corazón ya estaba completamente adormecido.