Naturalmente Andrés no lo creía.
Después de todo, hace media hora estaban aún acariciándose, y ahora, Sonia le pedía tranquilamente que se fuera.
Después de quedarse atónito un buen rato, Andrés soltó una risa:
—¿Me estás haciendo una broma? Sonia, tú...
—¿Qué trato hiciste con Germán?
Andrés ya se había quitado los guantes para abrazarla, pero Sonia esquivó rápidamente su movimiento y preguntó.
Su expresión seria hizo que la mano de Andrés quedara congelada en el aire, y finalmente solo pudo retraerla lentamente.
Aunque no entendía qué relación tenía esto con lo que ella le estaba diciendo, Andrés respondió:
—Tenía algunos problemas con sus activos en el extranjero, yo lo ayudé a resolverlos.
—Ah, con razón.
Sonia asintió.
Andrés frunció el ceño:
—¿Qué pasa? ¿Ocurrió algo?
—No, al contrario. Gracias a tu ayuda, nuestro proyecto va muy bien, los fondos se liberaron hoy. De otro modo, podría haber tardado un mes en tener resultados.
Andrés escuchaba sin entender.
Si todo iba tan bien, e