—Ah, ¿te refieres a lo de tu padre adoptivo? Me enteré —la actitud de Fabiola se mantuvo serena—. Aunque hay todo tipo de comentarios allá afuera, te conozco desde hace tiempo, y sé perfectamente qué tipo de persona eres.
La voz de Fabiola seguía siendo tan tranquila como siempre. Sonia sintió como si algo cálido se fuera infiltrando poco a poco en su corazón. No pudo evitar apretar las manos mientras decía suavemente:
—Gracias.
—Bien, ya hemos hablado suficiente sobre ti y Andrés, ahora hablemos de mi asunto —Fabiola cambió repentinamente de tema—. Gracias por lo de hoy.
—Yo... no hay de qué.
La reacción aturdida de Sonia hizo reír a Fabiola.
—¿Qué pasa? ¿Te asusté?
—No... no es eso, solo que me sorprendió.
—¿Qué te sorprendió? ¿Acaso por estar acostumbrada a verme como la madre de Andrés olvidaste que también soy una mujer común y corriente?
Sonia de repente no supo cómo responder. Bajó la mirada y después de un momento preguntó:
—Andrés... ¿lo sabe?
—No tiene por qué saberlo —respon