Al doblar la esquina me encontré a Chris tocando nuestra puerta, solté la caja sintiendo que ya era imposible seguirla cargando y me lancé a sus brazos, las lágrimas que había estado reprimiendo por casi veinte años ahora no dejaban de brotar, mi cuerpo entero temblando, Chris sosteniéndome fuerte para no dejarme caer, no intentó decir una palabra, sólo se quedó conmigo, estar en sus brazos me daba cierto consuelo, después de lo que parecieron horas me separé un poco de él tratando de calmarme para poder mirarlo, con su dedo pulgar limpiaba las lágrimas que aún rodaban por mis mejillas, su roce se sentía lleno de ternura, pude recomponerme lo suficiente para entrar al departamento, él levantó la caja del suelo sujetándola con una mano, mientras su otro brazo rodeaba mi cuerpo tratando de mantenerme segura al caminar.
- No sé qué haces aquí, pero me alegro – le dije con la voz quebrada – Te…No importa, lo importante es que no pienso separarme de ti – me atrajo de nuevo a sus brazos - ¿