—No creo poder extenderte ningún favor si dudas de nuestra capacidad para interactuar pacíficamente.

No mordí el anzuelo.

—Me interesa, Ren. ¿Qué estás ofreciendo?

Sus ojos destellaron, con vetas plateadas entre el negro.

—Efron dará una fiesta VIP en uno de sus clubes en Vail este viernes. Hay un nuevo pez gordo en la ciudad y nuestro maestro lo va a agasajar, como siempre. Nosotros íbamos a ir. Podrías venir. Trae a tu manada.

Me quedé helada por sus palabras.

—¿Hablas en serio?

—¿Crees que jugaría contigo? —Inclinó la cabeza, con los ojos abiertos en fingida inocencia.

—Sí —dije, y él rió.

Esta vez me tomó la mano. No me aparté cuando sus dedos rozaron los míos.

—La oferta sigue en pie. Acéptala o déjala —dijo, volviendo a su cuaderno. Retiró la mano, dejando a mi corazón latiendo ferozmente.

—¿Qué club?

—Eden.

Apreté los dientes para que no se me cayera la mandíbula.

—Está bien. Est