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Capitulo 4 Testamento y Contrato

Me pregunto¿Si es posible dejar de amar en un día? ¿Si se puede renunciar al amor? ¿Si se puede ser otra persona? ¿Si los recuerdos se borran?

—No lo puedo creer esto está muy rico – dije sentada en un banco pequeño comiendo un poco de arroz – no sabía que un hombre podía cocinar tan bien.

— Pues es una de mis especialidades y si vienes tan cansada de estudiar lo menos que puedo hacer es ofrecerte un poco de comida.

— Y en la taza de tu hija — la alce riendo — Es que comes como un pajarito Linsy enserio – se acercó a mi y me besó la nariz, esos pequeños gestos de su parte eran lo que me hacía ser la mujer más feliz y plena

Tenía que eliminar esos recuerdos de mis mentes, Andrud se portó muy bien conmigo pero cuando más lo necesite, justo en el momento en que quería un abrazo me clavó el puñal en la espalda, llamándole amor. Amor que patético.

Ví todos aquellos libros que me hicieron creer que vivía un romance de esos. Tomé una bolsa negra y allí metí todos los libros, abrí mi gaveta y saqué todos mis escritos aquellos que me habían llegado meses por escribir, aquellos que tenían años guardados esperando que llegara el momento de sacarlos ¿Acaso valía la pena crear otro mundo, cuando la realidad estaba tan distorcionada? Que me valía viajar por mundos o crearlos si al poner los pies en tierra no se podía modificar nada, así que no, no valía la pena seguir viviendo una fantasía, si se quería tener un corazón duro para afrontar cualquier cosa, así que les boté también, no tenía sentido creer en algo que no existía, en cosas tan efímeras. Había renunciado a ser escritora, como el amor de mi vida había renunciado a mí.

Lágrimas salieron de mis ojos era hora de renunciar al sueño de ser escritora y vivir en un mundo de fantasía. Saqué la bolsa de mi habitación y le pedí a Maxi que la votara muy lejos.

—¿Está segura señorita? — preguntó hubo un largo silencio y luego asentí.

— Sí es lo mejor, no lo quiero ver, así que encárgate de que no los vea más.

Pinté mis labios de rojo y me coloqué un conjunto de cuero color negro y salí luego de que mis hermanos lo hicieron, quería causar revuelo al momento de llegar a la lectura del testamento.

Al llegar a la oficina de la empresa, respiré profundo y entré.

—Con permiso — dije entrando y tomando asiento, mis hermanos me se me quedaron viendo y asintieron con la cabeza. La piel se me erizó.

—Podemos proseguir con la lectura del testamento – indicó el abogado — Todos han sido muy importante para mí, mis 3 hijos y mi única hija. Naitan por ser el mayor heredará la casa, sabemos que es el más indicado para administrar todo y no dejar sin refugio a sus demás hermanos, Fabián tendrá la casa del lago junto con el reloj de oro que ha pasado por décadas, Henry obtendrá el dinero que resta en nuestras cuentas pudiendo así montar el negocio que desee. Y para nuestra pequeña Linsy una vez firmado el contrato, graduada y casada, queda a cargo de la empresa, siendo esta de ella, la próxima Ceo de la familia – sentía como mi corazón se partía en dos y al mismo tiempo un nuevo renacimiento en mí – si Linsy se reusa a firmar el contrato no tiene su parte en el testamento y la empresa de vinos sería entregada a su hermana mayor. Todos esos han sido los deseos de sus padres. Estableceré unas fechas para reunirme con cada uno de ustedes y así acomodar todo lo del papeleo eso sería todo. Si tienen alguna duda pueden proceder.

— Yo tengo una duda – todos me observaron fijamente y mis manos sudaban – ¿Tengo que firmar el contrato hoy?

— Sí para así asegurar su herencia – respondió y yo no dejaba de pensar en él aún, en el daño que le podía hacer, aunque el ya me había dañado a mi.

— ¿El contrato solo habla de que me debo casar con él? – pregunté.

— Si señorita ¿gusta leerlo? – preguntó pero me negué, no quería leer mi castigo, aunque el contrato hablaba de solo casarme, no me obligaba a besarlo o acostarme con él, así le enseñaría a Daniels que comprar a una esposa tiene sus defectos y dejaría de creerce el mejor hombre del mundo. Así que me levanté de la silla decidida – me puede dar su bolígrafo por favor y decirme en dónde debo firmar – me ofreció el bolígrafo, y allí ví la firma de Daniels aguardando por mi firma, ese espacio en blanco que hacía que sudara y lágrimas quisieron salir de mis ojos pero no me permití llorar delante de mis hermanos, mientras mi mano temblaba yo firmaba, firmaba mi condena, mi futuro, estaría atacada a ser una Ceo y ha estar con el Ceo.

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