Capítulo 6
Me encontraba en mi habitación, arreglándome para salir.
Amir se había ido el fin de semana a pasarlo con su abuelo, era algo que atesoraba demasiado, y cuando le di permiso para ir casi se puso a saltar de alegría.
Bárbara caminó hacia mí mientras se abrochaba el vestido.
- Ha sido toda una suerte que tu padre se halla quedado con Amir este fin de semana – aseguró, mientras yo me quitaba la toalla y me ponía un vestido blanco con bordados en el pecho - ¿cuánto hace que no sales a conocer gente? – preguntaba – no, mejor aún, ¿cuánto hace que no sales a ligar?
- Ya sabes que a mí nunca me gusto demasiado eso de salir a ligar.
- Ya, pues eso tiene que cambiar, tienes que olvidarte ya del idiota de Ali. Que te van a salir telarañas ahí debajo de no usarlo.
- ¿no es demasiado escotado? – pregunté hacia ella, al darme cuenta de que el vestido que me había dejado dejaba ver gran parte de mis pechos a cualquiera que prestase atención a ello.
- Pareces una monja siempre tan tapada y correcta.
- Tengo un hijo pequeño, no está bien que me ponga a enseñar como si no hubiese un mañana
- Bueno, esta noche haremos una excepción.
- ¿dónde está Jamil?
- Ha tenido que volver a Tánger, tenía un asunto familiar.
Mientras, en Marrakech, Jamil se reunía con una bella mujer llamada Habiba.
- ¿para que querías verme? – preguntó él, dándole un sorbo a su té – mi padre me ha dicho que …
- Soy Habiba … - comenzó, intentando presentarse ante él.
- Se exactamente quien eres, la hermana de Ali.
- Quería preguntarte por Amir, el niño que entró en los jardines del palacio, aquel día.
- El hijo de Aurora.
- Exacto, quería saber sobre su padre.
- ¿Hamed no te la ha contado? – preguntó sin comprender, pues él mismo le había informado a aquel truán de todo aquello cuando le había amenazado, con anterioridad – Amir es tu sobrino.
- Ella no ha seguido adelante – se percató, al darse cuenta de lo que aquello quería decir.
- Es mejor que Ali no se entere – rogó – a diferencia de Aurora, él si ha rehecho su vida.
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Acabábamos de llegar al restaurante, y me percaté horrorizada de que mi amiga me había hecho una encerrona, pues allí estaba Pablo, uno de nuestros amigos, y Roberto, un amigo de este.
- Aurora – me llamó Pablo, mientras me cogía de la mano y me sentaba frente a él – estás estupenda. ¿Conoces a Roberto? – preguntó, para luego presentármelo.
- Ella es preciosa – susurró Roberto hacia Pablo, cuando yo hablaba con Bárbara.
- Está tremenda, creo que ser madre le ha sentado de maravilla.
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Habiba llegó al palacio, con prisas, pues no quería que su hermano la descubriese, no quería que supiese que había vuelto a escaparse sin ser vista.
- ¿Otra vez saliendo a hurtadillas de palacio? – preguntó una voz tras ella, pero tan solo era Fatima, cosa que agradeció bastante – tu hermano se pondrá hecho una furia si se entera.
- ¿dónde está él? – preguntaba.
- De nuevo encerrado en el estudio, ni siquiera a mí me deja entrar.
Ali veía una y otra vez aquel vídeo, donde ella entraba en su apartamento, le miraba con detenimiento y luego se lanzaba a besarle. Aquel vídeo que su primo había guardado para chantajearla, pero que él había conservado para recordarla una y otra vez.
Un sonido en la puerta le indicaron que había alguien fuera, de seguro sería la pesada de Fatima que quería volver a importunarle con sus palabras de súplica. Estaba cansado de aquella situación.
- Habiba – se sorprendió, al verla frente a la puerta cuando quitó el pestillo y la abrió - ¿por qué llevas ropa de calle? ¿Has vuelto a salir de palacio sin mi permiso?
- ¿Hablaste con Hammed? – preguntó, mientras entraba en el despacho y observaba como su hermano echaba el pestillo de nuevo justo después de cerrar la puerta - ¿qué averiguó sobre ella?
- Pensó que estaba muerto, y por eso rehízo su vida con otra persona – aseguró, para luego sentarse sobre la silla de su escritorio y cerrar el ordenador portátil – no quiero hablar sobre ello… - rogó, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta.
- No quiero ni imaginar lo mucho que sufrió cuando se enteró de esa terrible noticia – aseguró, provocando que su hermano la mirase sin comprender que era lo que pretendía al decir aquello – o cuando se enteró de que estabas vivo… no quiero ni imaginar lo traicionada que debió de sentirse cuando descubrió que te habías casado con otra mujer y …
- ¡Cállate! – espetó, molesto porque estuviese diciendo cosas tan dolorosas como aquella – sabes que padre me obligó a aceptar a Fatima en matrimonio.
- Si, yo lo sé, pero ella… ella pensará que la olvidaste, que la engañaste, pensará…
- ¡Basta! – imploró – si has venido a molestar a tu hermano con tus venenosas palabras…
- Jamil está aquí – aseguró, provocando que él la mirase con atención – y me lo contó todo. Y te aseguro que en este momento lo único que quiero hacer es volar a Alicante y abrazarla.
- Lo único que Jamil dice no son más que tonterías.
- ¿tonterías? – preguntó dolida – si mi matrimonio con Said no fuese dentro de dos semanas, me marcharía a ver a mi cuñada ahora mismo.
- ¿tu cuñada? – preguntó sin dar crédito a lo que oía – tu cuñada es Fatima, mi esposa.
- ¿cómo puedes ser tan frío? – preguntó con lágrimas en los ojos – Jamil tenía razón, no te importan los demás, solo tu mismo.
- Ya basta, Habiba – le pidió, poniéndose en pié de pronto, provocando que su hermana lo hiciese también – no voy a tolerar que sigas hablándome así.
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Reía animadamente junto a Pablo, mientras Roberto intentaba captar mi atención con sus ocurrencias, pero lo cierto era que en aquel momento no estaba como para conocer a nadie más, aún estaba enamorada de aquel rufián, y aún me partía el corazón pensar en todo lo que me había hecho.
Mi teléfono comenzó a sonar, provocando que lo sacase del bolso, me disculpase con los presentes y lo cogiese, aunque no reconocía el número que me llamaba.
- Aurora – comenzó una voz, con un ligero acento extranjero – siento la hora – proseguía, algo dubitativa – soy Habiba, hermana de Ali.
- ¿le ha pasado algo? – fue lo único que pude preguntar, preocupada de que algo le hubiese sucedido.
- No – me calmó – tan sólo quería saber como estabas.
- ¿yo? ¿por qué?
- Me enteré por Jamil, que Amir es mi sobrino – aclaró, mientras el miedo se expandía por cada poro de mi cuerpo – tranquila, él no sabe nada, y si lo sabe no le importa.
- ¿lo sabe?
- Ali cambio mucho cuando regresó, se llevó casi diez años fuera de casa, y cuando mi padre le encontró en España, le trajo a casa sin contemplaciones.
- Ya…
- Ali había sido elegido para ser el esposo de Fatima.
- ¿por qué has llamado?
- No debería llamarte, se que hablar de todo esto te hace daño, pero quería decirte que yo, estoy de tu lado, y que me encantó conocer a mi sobrino.