Miguel, al escuchar todo esto, se apresuró a decirle a Simón: —Amigo Simón, no te precipites,
¿qué tal si primero llevamos a Sofía y luego decidimos?
Miguel estaba realmente asustado.
Si Simón perdía la razón por la agitación, ni siquiera se atrevía a imaginar qué escenas tan sangrientas podrían seguir.
En realidad, incluso si Simón asesinara a algunas personas aquí, Miguel no tendría miedo.
Pero si Simón perdía la razón por completo, todo Ciudad Valleluz podría estar en peligro.
Y nadie podría siquiera detenerlo, eso era lo que realmente le preocupaba a Miguel.
Un poderoso sin control, sin duda alguna, desencadenaba consecuencias catastróficas.
Las secuelas de su descontrol son realmente impredecibles, y la magnitud de su terror es inquebrantable.
Pero para Azucena, las palabras de Miguel solo demostraban su miedo.
Ella rió frenéticamente: —Simón, ¿ves? Hasta tus subalternos son más inteligentes que tú. En este mundo, el coraje no es suficiente, se trata de fuerza real, ¿entiendes