—Por supuesto que lo soy, ¿no te acuerdas? Eres mi novia. Y nos vamos a casar pronto.
Las palabras de Christian resonaron en mi mente como una campana rajada. Mi corazón estaba disparado, la sangre pulsando tan fuerte en mis oídos que casi opacaba las risitas de las vendedoras a nuestro alrededor.
¿Yo, su novia? ¿En qué universo paralelo eso tenía sentido?
Mi jefa apareció a mi lado antes de que pudiera reaccionar, sonriendo como si acabara de vender la Mona Lisa.
—Zoey, ¡qué venta increíble! ¡Realmente eres la mejor vendedora de la tienda!
Mi mente todavía estaba tratando de seguirle el ritmo a la realidad.
—¿Eh?
—¡El vestido! ¡Este fue uno de los modelos más caros que hayamos vendido jamás! Y todo gracias a ti. —Me guiñó el ojo y dijo, animada—: Puedes salir más temprano hoy. Te lo mereces.
Mientras mi jefa se alejaba, me quedé ahí, congelada, mirando a Christian como si me hubiera dicho que era un extraterrestre. ¿Cómo un gigoló que contraté por una noche ahora estaba compra