El auto de la empresa serpenteaba por las carreteras sinuosas del Valle de Uco, cada curva revelando paisajes que hacían que mi estómago se apretara. No por la belleza —aunque los viñedos bañados por el sol de la mañana eran impresionantes— sino por los recuerdos que cada colina verde despertaba.
Tres meses atrás, había recorrido estos mismos caminos en el Porsche de Christian, ansiosa y nerviosa por una razón completamente diferente. El recuerdo de sus manos en el volante, de su perfil concentrado mientras manejaba, de la conversación ligera punteada por momentos de silencio cómodo... todo eso parecía haber ocurrido en otra vida.
—La vista es realmente impresionante —comentó Lisa desde el asiento trasero, fotografiando compulsivamente con el celular. Como mi asistente, estaba más emocionada con el viaje de lo que sería apropiado para una profesional—. ¡Nunca había estado en el Valle antes!
—Espera hasta ver el complejo del evento —respondí, forzando un tono entusiasmado—. Altos de