Respiré hondo, reuniendo todo el valor que logré encontrar.
—El sexo no está incluido en el acuerdo.
Por un instante, Christian pareció genuinamente sorprendido. Sus ojos se agrandaron ligeramente, y por un breve momento, esa máscara de confianza inquebrantable se cayó. Entonces, como si nunca se hubiera ido, esa sonrisa seductora que ya conocía demasiado bien apareció en su rostro.
—¿Estás segura? —preguntó, inclinándose ligeramente en mi dirección. Un movimiento sutil, pero suficiente para hacerme sentir su calor, incluso sin tocarme—. Porque recuerdo muy bien cómo gemías mi nombre la última vez.
Sentí que se me incendiaba la cara, la vergüenza consumiéndome por dentro. Imágenes de esa noche en la piscina invadieron mi mente sin permiso. El agua tibia a nuestro alrededor, sus dedos trazando caminos en mi piel, la manera como su cuerpo encajaba perfectamente con el mío.
—¡Ni siquiera sabía que ese era tu nombre real! —protesté, cruzando los brazos como si eso pudiera protegerme d