¿Un penthouse?

Casi una hora más tarde un auto estaciona frente a nosotras. Un hombre que no conozco baja del vehículo.

— ¿ Es la señorita Lily?—pregunta. Asiento. Él se baja y con amabilidad nos ayuda a subir nuestras maletas y luego nos pide subamos al auto. Creía que el señor McMillan estaría adentro. Pero no , era lógico pensar que un hombre con tanto trabajo como él no tuviera tiempo de venir en medio de la noche a un barrio como este a buscar a una simple aspirante a asistente como yo. Además sin incentivo alguno que pudiera ejercer sobre él alguna fuerza superior que lo saque de su actividad previa y lo conduzca hasta mi sin lugar para lamentos. Y yo como tonta porque no voy a negar que muy en el fondo de mi corazón un apice de esperanza se albergaba en mi soberbio corazón como para ponerme a imaginar que el empresario Phill McMillan saldría corriendo ante mi llamada para venir a buscarme.

Tal vez unas estilizadas piernas , suaves y tersas están ahora mismo enredadas en su torso y yo aquí teniendo sueños de Cenicienta cómo si la vida real fuera en verdad ese cuento de hadas bonito que te saca de tu lugar sucio y oscuro a un castillo deslumbrante.

— hemos llegado— dice el hombre sacándome de mis ensoñaciones. Sonrío deslumbrada ante la zona de la ciudad a dónde hemos venido a parar mamá y yo. Es un edificio muy elegante visto solo desde afuera. El caballero que tan gentilmente fué a buscarnos a mamá y a mí saca las maletas del auto. ¿ Acaso víve aquí el señor McMillan?

— síganme—dice gentil y nosotras vamos tras él con un poco de desconcierto. Entonces me doy cuenta que es un hotel. Y de los más elegantes.

— el señor Phill me pidió traer a esta señorita y a su madre— dice cuando llegamos a recepción. Un joven vestido muy elegante nos recibe con una sonrisa.

— si, el señor Phill acaba de colgar, las invitadas se quedarán en el penthouse —dice. Mamá y yo nos miramos confusas.

—el señor McMillan la llamará más tarde —dice el caballero y se marcha. Un empleado nos acompaña a ascensor y nos deja en el penthouse finalmente. Es increíble tanto lujo. Aún no entiendo porque tanta necesidad de un penthouse cuando con una habitación y una cama hubiera Sido suficiente para nosotras. Mamá recorre cada espacio curiosa y a cada rato exclama fascinada ¡ Mira los muebles ! ¡ Mira la habitación!¡ Oh cariño hay una piscina! Entonces como si de un balde de agua fría se tratase mamá me mira preocupada.

— dime ¿ Cómo pagaremos todo esto?— pregunta algo inquieta. Sonrío y la abrazo comprensiva. Es natural que se preocupe y se haga algunas preguntas.

— mamá tienes que confiar en mi , todavía no puedo explicarte pero llegado el momento lo haré—le digo y le muestro una sonrisa cariñosa.

— ¿ Estás segura que no es nada ilegal?—pregunta con semblante algo decaído.

— mamita no es nada ilegal. Sabes que no cometeré un delito aunque me esté muriendo de hambre eh. ¿ Lo sabes o no lo sabes? — pregunto con simpatía. Asiente. Entonces sus ojos parecen que saldrán de su órbita. Y no es para menos. Todo aquí es un lujo exagerado. No me siento cómoda pues no estoy acostumbrada a tanto. Pisos de madera , muebles hermosos, el baño es precioso. Hay una tina justo al lado de una ventana de cristal desde donde se puede apreciar yo diría que Canadá completa. La cocina es más grande que el apartamento donde vivíamos rentadas. Hay una terraza hermosa. Respiro hondo. Me abrazo a mi misma mientras miro por la pared de cristal las hermosas luces de la ciudad. Pensar que horas atrás me encontraba perdida, ahora estoy en un penthouse, un lujo que no cualquiera podría darse . Entonces el timbre de la puerta suena. Miro a mamá y está sentada en el sofá mirando la televisión entretenida. Yo voy a la puerta. Abro. Es la cena. Un joven entra con un carrito cargado de comida que dicho sea de paso se ve muy apetecible.

— pero ... No pedí todo esto y...

—no se preocupe, es una orden del señor —dice. Entonces promete volver luego por el carrito y se retira. Abro mi boca encantada. Mamá se acerca y llevamos todo al comedor. Empezamos a comer hasta quedar satisfechas.

Estamos acostadas luego de darnos un delicioso baño. Me quedé esperando y no recibí ninguna llamada. Entonces decidimos acostarnos y dormir.

Me levanto sobresaltada y miro a mamá rendida. Aunque hay varias habitaciones quise dormir con ella. Miro mi reloj de pulsera. Son las siete AM. Suspiro recordando donde estoy. Entonces recibo una llamada. Atiendo rápidamente.

" Señorita Lily es Phil, La espero a las ocho en el restaurante para desayunar" asiento.

" Si. Estaré allí... Ah señor Phill. Gracias" digo. Lo oigo respirar hondo.

" Por favor no llegue tarde señorita" es su respuesta.

Salto de la cama con rapidez. Oh Dios que puedo ponerme. Es un hotel de lujo. No puedo ir como si fuera a la tienda. Reviso mi maleta y al decir verdad no tengo tanta ropa bonita. Pero usaré lo mejor que tenga. Consigo un jeans en azul prelavado y lo pongo sobre la cama. Sigo revisando y saco un suéter tejido que me regaló Kara. Es muy bonito. Ella se jactaba al dármelo diciendo que había Sido traído de Francia. Nunca le creí pero igualmente es bonito y moderno. Es más como un color ciruela. Entro al.balo y miro mi cabello en el espejo. ¿Oh, que podré hacer con él en tan poco tiempo? Para mí mala suerte me doy cuenta que no traje mi secadora. Suspiro resignada. Lo recogeré en una cola a la espera de lucir aceptable. Entro a la ducha. Me doy un baño frío. Luego de cepillar mis dientes salgo del baño envuelta en una toalla. Me empiezo a vestir. Mama despierta.

—¿ Piensas salir?— pregunta.

— si mamita me entrevistaré con el señor McMillan para un trabajo—digo. Mamá hace muchas preguntas y estoy retrasada. Así que le digo que al volver le contaré todo y traeré su desayuno. Me miro en el espejo. Creo que luzco bien. Me puse unas zapatillas negras que espero no desencajen con todo mi look. Nunca me preocupó tanto lucir tan bien como hoy pero temo no haberme esmerado lo suficiente. . Me coloco mis anteojos, tomo mi bolsa y me despido de mamá. Llego a planta baja y busco el restaurante. Al llegar un hombre me atiende .

— tengo una cita con el señor McMillan —digo un poco nerviosa. Veo que es un restaurante muy elegante y ya hay personas en las mesas.

— ah sí, venga conmigo—entro tras él y pasamos entre las mesas pero el hombre sube unas escaleras lo que me confunde. ¿ Dónde se supone que él y yo desayunaremos? Me pregunto. Llegamos al segundo piso y parece más bien algo más privado. Paso por un telón y me parece curioso. Sonrío sorprendida pero es obvio. No podemos ser vistos juntos hasta que todo se acuerde.

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